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El Dor-Buster

¿En qué consiste éste otro "aparato" de la orgonomía reichiana?
¿Cómo y para qué se utiliza en medicina energética?

 

El Dor-buster es un “aparato” destinado a succionar energía. Proviene de las investigaciones de Wilhelm Reich, primero sobre la atmósfera terrestre y luego sobre algunos pacientes, pero se ha adaptado para poder ser utilizado en los puntos de acupuntura. Consiste en un tubo hueco de acero inoxidable o hierro galvanizado de 30 a 40 centímetros de largo por 2 centímetros de diámetro. Uno de sus extremos queda abierto y es el que está en contacto con la piel donde se encuentra el punto de acupuntura elegido.

El otro está cerrado y soldado a un cable común de grosor mediano y varios metros de largo  cuyo extremo ha sido pelado de manera que los filamentos metálicos queden al descubierto en sus últimos 10 centímetros. Este extremo se coloca en un balde o debajo de una canilla abierta, con agua corriendo constantemente durante el tiempo de la aplicación, que usualmente dura entre 20 y 30 minutos. Simultáneamente suelen colocarse agujas en otros puntos de acupuntura o acumuladores de energía orgón, también en puntos de acupuntura.

A continuación se explican los motivos por los cuales se trabaja con esta metodología, sus objetivos y los efectos que pueden lograrse.
 

Energía positiva y energía negativa

Durante el transcurso de los tratamientos desarrollados en medicina energética existe una cuestión central: la evaluación de la energía del paciente al comienzo y durante su evolución. La cosa sería relativamente sencilla si sólo se evaluara una energía, la orgónica o energía de la vida.

Pero lamentablemente no es así. La mirada optimista y simple acerca de las cosas de la vida y la salud choca contra la realidad: en cualquier campo energético que funciona con las características de un organismo vivo existen la energía orgón y su contrapartida, la llamada Dor -Deadly ORgone u orgón mortal- por su investigador y descubridor, el doctor Wilhelm Reich.

De una manera simplificada pero fiel a la realidad, puede plantearse la hipótesis siguiente: cuando el natural fluir de la energía orgón se interrumpe por cualquier motivo (esto incluye causas emocionales y/o físicas) la energía se estanca, se congestiona. La continuidad en el tiempo de esta congestión se denomina bloqueo de energía. Es un  término que se escucha frecuentemente y sin muchas explicaciones, de manera que se ha transformado en una suerte de muletilla sin valor, aunque su importancia sea trascendente para entender la funcionalidad energética de una persona.

El conjunto de los bloqueos dinámicos de una persona se denomina coraza. Éste término fue acuñado por Reich, primero para definir la tensa peculiaridad del sistema muscular en sus pacientes, pero luego para describir el conjunto de las defensas y resistencias de una persona simultáneamente en ambas dimensiones del ser: la psico-emocional y la físico-biológica. Ésta peculiaridad de acorazado que caracteriza al hombre actual está directamente relacionada con su angustia básica y su gran dificultad para sentir, reconocer sus emociones, vivir desplegando su existencia y experimentar el placer.

Desde el punto de vista biofísico el origen es el estancamiento de la energía y lo que sucedió antes y a partir de ese estancamiento. Tal cual ocurre con el agua encharcada, la energía orgón degenera en Dor -su antítesis- cuando la congestión deviene en bloqueo estable.

Todo esto podría constituir sólo la trama central de un buen guión cinematográfico si no hubiera investigación clínica y de laboratorio que pueden demostrarlo. Y esto es lo que hizo Reich y repitieron algunos seguidores o “comprobadores” que afortunadamente disponían de un equipo como para poder hacerlo. Y ya no hay más remedio que ampliar esta exposición viajando hacia el origen de la investigación que desembocó en la fundación de la orgonomía o ciencia de la energía.

En un momento de este trabajo, Reich encontró unos pequeños corpúsculos observables al microscopio óptico y de variable tamaño (muchos de ellos próximos a la escala de un glóbulo rojo: 6 a 8 micrones), luego de calentar a altas temperaturas materia orgánica e inorgánica. No eran simples “artificios de laboratorio”: su comportamiento y reacción a las tinciones biológicas demostraban que portaban la energía de la vida, razón por la cual los denominó biones. La investigación de estos biones en tejidos cancerosos devino en otro hallazgo no menos importante: cuando degeneraban se convertían en minúsculos corpúsculos característicos de tejidos en proceso de muerte.

Por su aspecto y aparente función Reich los denominó Bacilos-T (del alemán Todes bacilli, bacilos de la muerte). La prosecución de la investigación derivó en una conclusión que los lectores habrán supuesto o adivinado: los biones portan energía orgón, mientras que los Bacilos-T están básicamente constituidos por energía mortal o Dor.

Puede agregarse, aunque ahora será brevemente expuesto, que en la misma atmósfera donde vivimos existen orgón y dor en cantidades y concentraciones variables. Cuánto más orgón, mayor calidad de vida. Cuanta más contaminación de todo tipo, más dor.

Y ésta podría ser, sucintamente, la historia del desarrollo de la enfermedad en humanos y otras formas de vida. Energéticamente hablando, la enfermedad y su profundización expresan el predominio del dor sobre el orgón. Esto es absolutamente natural cuando se aproxima la muerte, pero no lo es cuando las posibilidades de desarrollo de la vitalidad natural de un ser vivo quedan brutalmente suprimidas y amputadas por la temprana aparición de serias disfunciones y una muerte precoz. 

Por eso podría conjeturarse que el éxito de una vida consiste en “morir en buen estado de salud” a través del equilibrio dinámico de ambos constituyentes energéticos de la existencia: orgón y dor.

Esto podrá sorprender, cuando tantos mercachifles venden la falsa ilusión de “lograr una salud perfecta”, pero es necesario aceptar que en la vida coexisten alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, angustia y placer, enfermedad y salud. Y también orgón y dor como aspectos energéticos centrales de la existencia.

Bueno, ya está: aceptemos que portamos orgón y dor en cambio constante. Ahora el asunto es discutir las proporciones y presencia de cada uno.

 

Luces y sombras

Utilizando un lenguaje más revelador y profundo que el de la fría definición científica, podríamos decir que el orgón constituye el aspecto luminoso del ser, mientras que el dor su lado oscuro y sombrío. Una persona con cáncer avanzado está inundada de dor, mientras que un niño sano (y por lo tanto feliz) chapotea en orgón. Pero así expresados, se trata únicamente de ejemplos polares que sirven para situarse en el tema. Si profundizamos en estos ejemplos nada raros, también podremos encontrar orgón en el canceroso y dor en el niño sano. En la vida no existen situaciones químicamente puras, la salud o la enfermedad puras. Lo determinante es la relación entre ambas energías, no la imposible inexistencia de alguna de ellas.

¿Alguna señal evidente de dor? Sí: el característico olor agrio-picante del canceroso y de otras personas a medida que la vida llega a su término. ¿Lo reconocen y produce cierto escalofrío? Sí, de acuerdo. Pero tal vez asombre más saber que todos tenemos Dor, y que éste puede evidenciarse al extremo de sentir su olor peculiar cuando se lo extrae con metodología adecuada aún en personas básicamente sanas.

El Dor es nuestro aspecto oscuro, de manera que no es raro que necesitemos ocultarlo aunque su tenacidad en la exhibición aparezca por otros caminos. La enfermedad es su inconfundible presentación en sociedad, por si somos tan habilidosos como para disimularlo con miles de inútiles artimañas.

Pero hay otras muestras de Dor no menos impactantes que las enfermedades humanas. En la naturaleza esto es visible en la atmósfera contaminada de las grandes ciudades y en el crecimiento de los desiertos. Por ejemplo, las nubes de la ciudad que habitamos (irónicamente bautizada con el nombre de Buenos Aires) rebozan de dor: tienden a ser oscuras, con un siniestro tono gris que no augura nada bueno a quienes habitamos debajo de ellas.

De manera que también existe el dor medioambiental en distintas fases de estado y expresión: el desierto que carece casi totalmente de vida es comparable al canceroso avanzado. Propongo un ejercicio de observación: cuando viajen en auto comparen las nubes de la ciudad con las del campo, a lo largo de cualquier ruta. Comparen también la riqueza de la fauna y la flora en estos disímiles lugares y tendrán una idea de lo que puede estar ocurriendo con nosotros, en zonas donde el desierto vital avanza en proporción directa a la desesperanza tapada con cemento armado. Porque la infraestructura del desierto físico es el desierto emocional.
 

¿Qué hacer con el Dor que supimos conseguir?

Hay una sola cosa que se puede hacer con el exceso de Dor: eliminarlo. Y otra que es factible de realizar con el conjunto de nuestro biosistema: cargarlo de orgón. Ambas maniobras deben realizarse simultáneamente, aunque en variada proporción y velocidad según cada situación particular.

El conjunto de estas maniobras y procederes constituye un tratamiento en medicina energética. Así es que la eliminación de Dor y la carga de orgón se constituyen en el objetivo excluyente de un tratamiento verdaderamente energético. Estos objetivos delimitan un campo de operación pero también implican claras diferencias con los de la medicina estándar o mecanicista.

En la medida que ésta considera al organismo como un mecano animado se contenta con acallar los síntomas, neutralizándolos con terapia química que ejerce un efecto contrario al mecanismo que los origina. Por esta razón las medicaciones que utiliza son ANTI algo: anti-febriles, anti-inflamatorios, anti-bióticos, anti-espasmódicos, etc. En cambio, la medicina energética está a favor del desarrollo del aspecto luminoso de la vida: se recuesta sobre el orgón y trata de eliminar el dor innecesario y enfermante.

Pero mientras siga descuartizándose a un ser humano declarando que tiene “partes” (¡término odioso como pocos!) que gozan de autonomía casi absoluta, los planteos basados en la energía seguirán pareciendo extraños y hasta ofensivos para los especialistas en cada “parte” de la vida. En cambio, si uno empieza a considerar seriamente que existe íntima e intrincada coherencia entre los aspectos psico-emocionales y físico-biológicos del campo energético que llamamos ser humano, podrán empezar a aceptarse las propuestas de la medicina energética. Y más aún si se extiende esta concepción a los otros seres vivos y luego al medio ambiente.

Culturalmente hablando la gran enfermedad es la disociación, el gran operativo esquizofrénico que ha montado la escenografía y el argumento de la obra que protagonizamos desde hace muchos siglos. Disociación del cuerpo en órganos independientes, disociación entre “alma y cuerpo”, disociación de los otros seres humanos, disociación de los otros seres vivos, disociación del paisaje “inorgánico” y del cosmos.

Entonces no resultará tan extraña la opinión de Wilhelm Reich acerca de las relaciones entre energía y terapéutica: “El principio de la extracción de energía Dor es el objetivo básico de la curación. Al extraer la energía de los síntomas morbosos, en un principio solamente de los psíquicos, fue posible lograr la disolución de las ideas compulsivas y de las fóbicas. La extracción de la energía significó la pérdida de energía en un lugar, pero también significó el aumento del nivel energético en otras zonas o funciones del organismo viviente. Mientras más éxito obtenemos en la extracción de la energía de las rigideces de la coraza muscular y de los síntomas, más vivo y móvil es el organismo.”

La eliminación de Dor no sólo logra “la disolución de las ideas compulsivas y fóbicas”: también modifica positivamente las reacciones biológicas del sujeto, a veces durante la misma sesión de trabajo. Se verá que la hipótesis terapéutica de Reich implica la irrupción de orgón en “las zonas o funciones” de donde se ha desalojado Dor. Pero esto supone una metodología que apenas comienza a diseñarse, y que tiende a una articulación diagnóstica y terapéutica entre los aportes de la medicina y la psicología energéticas.

Para entender esta propuesta es bueno volver a señalar que el campo de lo energético no corresponde exclusivamente ni al de la medicina ni al de la psicología: más bien incluye a ambos negando las famosas “partes” y la supuesta “autonomía” de lo físico o de lo psíquico. De manera que se abre un nuevo espacio de comprensión y tratamiento de la patología humana que comprende tres acciones diferentes: el trabajo con energía y las metodologías de la medicina y la psicología. Aquélla es el tronco y éstas sus ramas principales.

Ahora las cosas están un poco más claras: se trata de extraer Dor y aportar Orgón en cada persona tratada con métodos energéticos. En el devenir de esta historia de investigación y tratamientos aparecen aspectos continuamente apasionantes. Uno es lo que ocurre cuando se trata de elevar la carga energética de una persona: la clínica y el sistema de mediciones indican que es imposible llegar a ese objetivo si antes no se logra avanzar en el equilibrio de la distribución de la energía. La energía sólo aumenta de manera consistente cuando se encuentra mejor distribuida que al comienzo del tratamiento.

¿Y cómo se logra esta mejor distribución?

Los métodos de la medicina energética son variados, y en un tratamiento completo suelen participar cuatro aspectos diferentes: acupuntura asociada con orgonomía, medicación de apoyo (homeopática, oligoterapia, hierbas), nutrición y actividad física. La teoría y práctica del plan terapéutico se desarrollará en otro momento, pero se menciona a los fines de “situar” el trabajo con el Dor-buster y de comprender su importancia.

Fue interesante trabajar desde hace años con las dietas de eliminación de toxinas que desembocaron en la elaboración de un programa de desintoxicación (acupuntura-orgon\desintoxicacion.htm). El relato de mis pacientes al realizarla no deja lugar a dudas: la experiencia es tan fuerte que suele movilizar simultáneamente los aspectos emocionales y biológicos de la persona.

Es una buena demostración de que en nosotros ambos campos están fuertemente articulados, pero también de que una terapéutica que alcanza profundidad, inevitablemente “llega” al núcleo del ser. Con los métodos de la acupuntura tradicional china y de la homeopatía unicista puede lograrse lo mismo, pero es asombroso lo que ocurre cuando a la acupuntura tradicional se le agregan los métodos de la orgonomía reichiana porque entonces la “profundidad” es más accesible y evidente a los ojos, especialmente cuando se trabaja con un Dor-buster.
 

¿Cómo funciona y qué efectos logra el Dor-buster?

La utilización de este “aparato” -risible según la concepción hegemónica porque no tiene microcircuitos ni se enchufa- logra una rápida y temporaria unificación de la persona sumamente útil para el diagnóstico y decisiva para el tratamiento. Está claro que esto solo no basta: es indispensable ubicarlo en el contexto de un tratamiento completo, y en el futuro esto implicará su articulación con metodologías propias de la psicología.

Pero por ahora es suficiente saber que funciona como una suerte de “destapador energético”, y logra remover energía estancada de tal manera que actúa sobre los bloqueos. Funciona debido a la gran afinidad que existe entre la energía y el agua. Este hecho es ampliamente conocido en la historia de la humanidad y ha sido debidamente incorporado a los ritos y liturgias de las prácticas religiosas de muchas culturas, así como en las costumbres “higiénicas” cotidianas expresadas en la necesidad de bañarse.

En el bautismo cristiano, por ejemplo, se encuentra asociado a la necesaria limpieza de alma que exige la incorporación “al pueblo de Dios”. En la tradición hindú pasa por la necesidad de bañarse en el río Ganges como requisito para lograr una limpieza similar. Con menos teología, la tradición médica tibetana acentúa la necesidad de pasar por el agua para sanarse. De manera que todo esto no es nada nuevo, pero ha sido olvidado o no se ha reparado en estas costumbres salvo para darles una interpretación correcta aunque superficial: eliminar la suciedad lavándose aleja la posibilidad de enfermar vía contagio.

No obstante, las investigaciones sobre energía no ofrecen dudas acerca de la gran atracción que el agua ejerce sobre aquélla. Todos tenemos pruebas palpables de tal afinidad si nos detenemos a recordar lo que acontece en los días lluviosos o excesivamente húmedos: el desgano o malestar que experimentamos se debe al hecho de que las partículas de agua en suspensión “capturan” una cantidad importante del orgón que habitualmente nos nutre.

El Dor-buster es otra manera de utilizar esta afinidad entre agua y energía. En la medida que atrae o absorbe energía a secas, puede suponerse que lo hace con ambas al mismo tiempo. O sea: atrae tanto Orgón como Dor.  Si se tuvieran temores acerca de la posible pérdida de energía es bueno quedarse tranquilos: la cantidad perdida no es significativa y se repone con otros métodos.

Lo importante aquí es la calidad de la energía extraída. Porque la porción Dor succionada es cualitativamente más importante o significativa que el orgón extraído: uno guarda muy bien su “ropa sucia”. Y aquí es relevante el lugar donde se opera, el punto de acupuntura elegido. Debe ser un punto representativo de los bloqueos históricos o actuales de la persona. Tales puntos (que no tienen porqué ser siempre los mismos) se eligen con dos criterios: la evolución clínica y el sistema de mediciones.

Pero ¿qué ocurre concretamente cuando se ubica el tubo sobre el punto y el agua comienza a correr?

Cuando el agua corre crea un efecto de succión a través del cable que opera sobre el interior del tubo hueco, efecto que a la vez comienza a actuar sobre la superficie del punto elegido. En la energía de éste “pasan muchas cosas”, se encuentra parte de la historia personal contada en otro tiempo, más relativo que absoluto. Puede haber síntomas, colores, movimientos, historias… ¿Cómo se sabe? Es muy simple: haciendo la experiencia.

Como para verificar que el libreto no está escrito de una vez y para siempre, es interesante saber que poniendo el tubo en el mismo punto no siempre ocurre lo mismo. Tampoco hay garantías de que siempre habrá un guionista del otro lado del tubo: a veces no pasa gran cosa. Otras simplemente se experimenta una gran relajación y mucha paz. En ocasiones la experiencia resulta tormentosa por el tipo de “visión”, aunque aquí se ve con los ojos cerrados, lo cual le da la razón al Principito cuando opina que “lo más importante es invisible a los ojos” o, quizá, a un estilo de mirar las cosas de la vida. 

También es factible que durante la sesión no ocurra nada llamativo, pero sí luego o en los días siguientes. Un capítulo importante es el de las personas muy acorazadas porque, como es de esperar, en ellas el efecto tarda en presentarse. ¡Y hasta lo niegan durante un tiempo o se retiran, tan imposibilitadas están de aceptar su propia realidad!

Pero volvamos al asunto crucial: ¿cómo es que operando con esta estrafalaria tecnología pueden suscitarse tales acontecimientos? Podríamos admitir que realmente es posible atraer y eliminar la energía de un punto de acupuntura, pero ¿cómo entender lo que sucede ante los ojos cerrados de quien está viviendo la experiencia?

Si se admite que la energía de un ser vivo comprende simultáneamente sus aspectos emocionales y biológicos, entonces el resultado no es tan inesperado, aunque cueste admitir que en la energía de un punto coexistan historias, formas en movimiento, colores, etc. Sin embargo esto es lo que concretamente ocurre. A veces también sucede utilizando agujas comunes en los puntos, pero con esta metodología tales resultados son excepcionales. En cambio, utilizando el Dor-buster solo o combinado con tubos acumuladores de orgón o con agujas, lo excepcional es que tales visiones o historias no se presenten.

Y cada vez me sigue produciendo una sensación de maravilla, de deslumbramiento. También acontecen sensaciones relacionadas con el espacio, ya que es muy frecuente que alguien experimente estar “amarrado a la camilla” o, por el contrario, crea que está flotando o echado a andar por el mundo montado sobre ella.

Y los colores… Éstos suelen aparecer en distintos tonos, siempre muy personales, que se mueven y cambian a veces vertiginosamente, para dar paso a otras figuras o sensaciones…

Frecuentemente se reviven o imaginan historias relacionadas con el lugar donde se ubica el tubo. Hace poco lo coloqué en una paciente sobre el punto 4 del meridiano de Vaso Concepción, que queda a la altura del útero, y después de la sesión ella me contó ¡que era muy pequeña y había estado todo el tiempo con su madre, hace muchos años! Pero otras veces es el propio protagonista quien modifica su edad y no los otros integrantes de la historia.

Muchas veces lo ubico en el 15 de Vaso Concepción, que es el punto del diafragma. Y aquí suelen “estar” los fragmentos de historia personal relacionadas con el bloqueo respiratorio, infaltable en la génesis del desarrollo de la coraza. En estas ocasiones, por lo general  se produce un gran alivio acompañado por el mejoramiento de la función respiratoria, que se hace más profunda y espontánea, lo cual está francamente ligado al sentirse “aliviado y en paz”.

Casi siempre las personas que experimentan estas sensaciones tienden a mejorar mucho de sus variadas disfunciones, ésas por las cuales decidieron empezar un tratamiento. La sensación general que se experimenta a lo largo del tiempo es de mayor autonomía y equilibrio, junto con la percepción de disponer de mayor energía. Esto último ratifica la impresión de Reich cuando asegura que: “Mientras más éxito obtenemos en la extracción de la energía Dor de las rigideces de la coraza muscular y de los síntomas, más vivo y móvil es el organismo”.
 

¿La curación requiere conocimiento?

Más de una generación de psicoanalizados demuestra fehacientemente que, conocer la existencia de un problema o conflicto, carece de relación directa con la posibilidad de resolverlo. Y a veces, hasta empeora las cosas. Al menos en la acepción corriente de “conocimiento”, que implica advertir algo a nivel de la conciencia. Sin embargo muchos pacientes han mejorado mucho de sus dolencias cuando, gracias al Dor-buster, han logrado ver aspectos importantes de su ser a través de formas, colores o historias. En esta exótica variedad de Función Privada, la película no suele ser irrelevante para entender profundamente “las razones del ser”.

Entonces, de una manera francamente intuitiva, la mayoría logra realizar un “clic” de autoconocimiento que no requiere de muchas palabras para lograr impactos significativos en la evolución posterior. Está claro que, en estas condiciones, la importancia de la comprensión intelectual de los acontecimientos es mínima y no sustantiva para explicar las mejorías posteriores. Es más: la mayoría experimenta una gran necesidad de silencio luego de la sesión y necesita cierta soledad para “metabolizar” la experiencia.

¿Qué habrá ocurrido?  Hasta donde sabemos puede decirse que el “destaponamiento” producido por el accionar del Dor-buster ocasiona un desbloqueo de la energía, de manera que ésta comienza a circular con fluidez, “arrastrando” la porción de historia correspondiente ligada a la función del punto elegido, razón por la cual emerge. Esto logra, con el tiempo, disminuir o eliminar el síntoma enraizado en la misma historia, ya que entonces el organismo no necesita exhibirlo.

Y también esta metodología funciona muy bien para investigar, ya que si alguna duda pudiera tenerse acerca de lo íntimamente intrincados que están los dos famosos lados del ser, estas dudas se desvanecen al trabajar con el Dor-buster: allí estamos juntos e integrados, experimentando simultáneamente percepciones, sensaciones e historias al tiempo que se producen acontecimientos biológicos perceptibles. ¿Qué duda puede quedar acerca de nuestra unidad esencial después de utilizar este método?
 

Acupuntura y Orgonomía

Hemos trabajado con un artefacto orgonómico, el Dor-buster, pero lo hemos hecho sobre un punto de acupuntura. Y es evidente que el resultado de esta metodología guarda relación con ambas disciplinas, de manera que es bueno sobrevolar un poco sobre los puntos de acupuntura y sus propiedades. Cuando hice referencia a las diferencias del efecto obtenido según el punto utilizado, me acerqué al tema. También cuando comenté que el punto se elige de acuerdo a criterios clínicos y electrónicos (la medición hecha con aparatos).

Existe información disponible como para considerar que los puntos de acupuntura tienen las siguientes propiedades:

  • Se distinguen del resto de la piel por tener una resistencia eléctrica significativamente más baja que la de los sitios donde no se describe la existencia de los puntos.

  • Su estimulación se corresponde, específicamente, con efectos terapéuticos observables.

  • Están asociados entre sí, a lo largo de la piel, formando canales o meridianos que están relacionados con funciones biosíquicas, integrales e integradas. También puede demostrarse electrónicamente: el tramo del meridiano sin puntos tiene una resistencia eléctrica intermedia entre la piel testigo y la del punto.

  • Cada punto ejerce un efecto fisiológico que también depende del tipo de estimulación: el efecto no es idéntico si se procede a estimularlo con agujas, calor, presión, cauterización o electro-estimulación. Incluso el efecto no es idéntico si se utilizan frecuencias diferentes en la estimulación eléctrica.

  • La última característica alude a otra: el punto actúa como frontera que relaciona el interior con el exterior de la persona. Pero es una frontera de profundidad variable, como si cada punto tuviera contenidos diferentes, estratificados según criterios todavía no conocidos, pero donde según la modalidad de estimulación pudieran develarse sus contenidos.

Hecha esta aclaración acerca de las características de los puntos de acupuntura, me apresuro a aclarar que el efecto de la estimulación de los puntos con artefactos orgonómicos como el Dor-buster o los acumuladores de energía orgón, logra una manifestación o expresión del punto sumamente profunda, tan útil para el diagnóstico como para el tratamiento. La importancia de utilizar los viejos puntos que describe la acupuntura tradicional china se nota en la especificidad del efecto y en la tendencia al equilibrio del sistema, aunque haya que pasar (como en la vida) a través de alguna tormenta para ver más despejado el horizonte.
 

Oteando el horizonte

No se crea que las referencias al horizonte -y, por lo tanto, al cielo- son pura metáfora en este artículo sobre el Dor-buster. La historia que contamos arrancó cuando Reich comenzó a dirigir sus artefactos hacia el cielo y especialmente uno de ellos: el Cloud-buster o rompe-nubes, ya que ése era su significado y función.  ¡Éste sí que era un dispositivo más aparatoso y estrambótico que el Dor-buster!

Consistía en una serie de tubos de cuatro o cinco metros y varios centímetros de diámetro unidos a un cable cuyos extremos pelados se ubicaban en la corriente de un río o un lago. Los tubos se ubicaban sobre una estructura apta para ser girada en cualquier dirección, que resultó ser la plataforma de un viejo cañón antiaéreo, mientras que los extremos abiertos de los tubos se enfocaban sobre el cielo.

Con esa tecnología, Reich logró disolver nubes tormentosas, pero también obtuvo el efecto contrario: hacer llover en parajes desérticos o en sitios donde la lluvia no era estadísticamente posible y ni se esperaba. Comprendo que será difícil de creer, pero existen registros y testimonios de que tales hechos realmente ocurrieron y verificaciones hechas años más tarde por otras personas. ¿Cómo funcionaban los tubos?

Nos los cuenta el mismo Reich: “Cuando los tubos conectados con un manantial o con un lago fueron apuntados hacia la nube de Dor (negra), ésta comenzó a encogerse desde la periferia hacia el centro y el azul normal empezó a extenderse más hacia la zona negra, hasta que las nubes de Dor desaparecieron completamente”.

Esto disipaba la tormenta que se cernía sobre la comarca, debido a los cambios en el potencial energético producidos por el vacío o succión de energía obtenidos con el Cloud-buster. Para lograr el efecto de hacer llover, Reich apuntaba los tubos cerca de una nube pequeña, con el resultado de que ésta crecía hasta chocar con otras (que también podían “crearse”) y se producía la lluvia.

Pues bien, la idea de trabajar con acumuladores de orgón y los Dor-buster (que son una adaptación de los cloud-buster a escala humana) se basa en la capacidad de “disipar la tormenta” que tienen estos tubos, captando el Dor a través del fenómeno de succión que se crea por medio de la atracción del agua y ocasionando al interior del organismo la misma diferencia en el potencial energético que logra el cloud-buster en la atmósfera.

Era sólo una “idea interesante” hasta que fue puesta en práctica. Pero entonces comenzó a ser una realidad apasionante y llena de posibilidades impensables hasta entonces para la ciencia de la energía, tanto en la investigación como en la práctica clínica. Al igual que fue antes, hace ya varios años, el comienzo del trabajo en puntos de acupuntura con acumuladores de energía orgón.

Sin duda se trata de una herramienta revolucionaria para tratar los males y las dolencias humanas, aunque su campo posible sea tan vasto como lo señala su primera aplicación, cuando fue utilizado… ¡para “tratar” al cielo!

Falta muchísimo por verificar y comprender, pero el camino está trazado.

Y después de todo, no está nada mal eso de ser tratado como un cielo...


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Experiencias con el Dor-buster

Tengo muchas historias de trabajos con el Dor-buster, tanto personales y del grupo que investigó sus efectos como de tratamientos con mis pacientes. Algunas son contadas en la sección Historias de la página (acupuntura-orgon\historias.htm). Pero, para ilustrar el artículo anterior, elijo tres relatos de pacientes que accedieron a escribir su experiencia.

Muchas veces les recomiendo que lo hagan porque me parece sumamente importante para el devenir del tratamiento: es muy bueno que uno recuerde las imágenes y sensaciones adquiridas a través de esa especie de viaje que implica acostarse en una camilla y tener uno o varios tubos ubicados durante 20 ó 30 minutos sobre algún punto de acupuntura.

En esta oportunidad no voy a suministrar datos sobre las afecciones o problemáticas de las personas que cuentan lo que vivieron con el Dor-buster, porque lo que aquí cuenta es lo que sucedió durante y después de las respectivas experiencias. Sólo voy a aclarar que en el primer caso trabajé durante dos sesiones, separadas por una semana, con el Dor-buster ubicado en el punto del diafragma, que está ubicado donde termina el esternón, en la llamada “boca del estómago” y corresponde al punto 15 del meridiano de Vaso Concepción.

El protagonista de la segunda historia tenía el Dor-buster en el 15 de Vaso Concepción durante la primera sesión. Pero en la segunda se ubicó en el 22 de Vaso Concepción, también en la línea media anterior y ubicado en la fosita supra-esternal, inmediatamente por encima del borde superior del esternón. La tercera historia corresponde a Mariana, quien tenía ubicado el tubo sobre el entrecejo, en el punto Inn-Trang que se utiliza para medir el anillo ocular y trabajar sobre él.

En los tres casos, también utilicé agujas sobre algunos puntos de probada eficacia para mejorar la distribución de la energía: 7 y 9 del meridiano de Pulmón; 3,4 y 6 de Riñón; 3 y 4 de Intestino Grueso; 2 y 3 de Hígado. El tiempo de las sesiones fue de unos 25 minutos.

   

Azucena (I)

Hoy le pedí a Carlos que me hiciera una medición. No me vengo sintiendo bien últimamente. Mejor dicho: estoy muy triste y disgustada conmigo misma, tengo una angustia muy grande y siento como si soportara un peso de cien kilos sobre mi cabeza. Me veo como una persona chota, sin poder volar o despegar un poco de la tierra. No pretendo salir volando por la ventana del piso 11 del consultorio, pero tampoco quiero estar tan pegada sobre el piso, sin poder apreciar un poco los cielos. Todo esto me viene pasando hace un tiempo, y como hoy algo me hizo “clic” le pedí a Carlos tal medición. Tenía ganas de saber en qué andaba mi energía, si es que andaba o estaba totalmente quieta.

Creo que los resultados de la medición no fueron muy buenos. Por lo poco que entiendo, soy uno de esos extraterrestres que tienen la cabeza enorme y el resto del cuerpo más pequeño, toda mi energía está en mi cabeza y mis hombros: no se puede llevar tanto peso.

Ahora viene lo más importante: Carlos me hace una aplicación de acupuntura y complementa con el Dor-buster, ése “mágico tubo con un cable en un extremo”.

Por primera vez en mi vida pude sentir y ver mi otra cara, la de mi mundo interno. Recién hoy la descubrí, y fue tan fuerte que no puedo dejar de pensar y sentir esa sensación.

De golpe, cuando cerré los ojos y me relajé, apareció una luz muy difusa color amarilla y alrededor un color muy oscuro. Ésa luz no paraba de moverse, era el movimiento de un espiral y en los huecos que dejaba la luz había oscuridad. No pasó mucho tiempo para que lo oscuro fuera más amplio y la luz más lejana. De pronto me vi con un montón de nubes negras que pasaban por encima mío en forma cada vez más rápida.

Todo era oscuro y no lo podía soportar, pero de pronto empezó desde muy profundo una luz color verde brillante a invadir al color negro y sentí un alivio y junto con él, sentí el tubo en mi diafragma. Entonces mi atención se desvió hacia mi cuerpo. En el estómago, en la misma dirección del tubo, había como una pelota tan pesada que me pegaba contra la camilla sin poder levantar mi cuerpo y junto con esa sensación, aparecieron las grandes nubes negras, muy negras.

¡Mi angustia fue tan grande!

No tenía nada de luz y no podía abrir los ojos; traté de buscarla pero no venía, lo único que pasó fue que las nubes negras pasaron a un color más claro, como un gris plomizo. Pero la luz no volvía a aparecer.

Cuando terminó la aplicación no podía parar de llorar. Tenía como una mezcla de miedo y de angustia. Puse toda mi voluntad en encontrar la luz y no lo logré. Pero siento la imperiosa necesidad de buscarla y no me voy a detener. Hoy descubrí o conocí mi lado oscuro, ése que todos tenemos tan reprimido. Hoy me di cuenta que estaba viviendo con una sola parte de mi ser, una parte bastante pobre, que sólo se tornará rica y jugosa cuando la pueda relacionar con la otra. Yo voy a tratar de aclararlo de a poco.

                                  

Azucena (II)

Haber visto mi lado oscuro me provocó mucho miedo y angustia. Pero también abrió una ventana por la cual vi un poco de claridad.

Durante la semana la angustia fue decayendo, no desapareció sino que yo me sentía más aliviada. La segunda aplicación con el Dor-buster fue todo lo contrario.

Al comienzo, cuando empecé a relajarme y cerré los ojos, estaba nuevamente en presencia de la oscuridad. Al rato comenzó a aparecer la luz de una forma como si fuera humo y se movía como al compás de las olas de un mar calmo. De pronto mi atención se volcó a mi cuerpo, la sensación era muy linda. Yo me mecía al compás de esas olas, era como estar en una “hamaca paraguaya”. El movimiento era muy suave, me sentía como envuelta en un calorcito interior, me sentía abrigada interiormente.

Ya no me importaba la oscuridad ni la luz que me tuvieron tan angustiada durante la primera vez. Ahora las sensaciones eran placenteras. Me sentía tan bien, tan a gusto. Mi cuerpo se hamacaba muy relajado, no me daba cuenta de nada más. La luz seguía siendo muy opaca, casi grisácea (como el humo de un cigarrillo), pero acompañaba los movimientos ondulantes que sentía en mi cuerpo.

Creo que esta segunda aplicación fue puramente consecuencia de la primera, ya que a partir de ir sintiéndome más tranquila conmigo misma, pude “viajar” a un lugar más placentero. Porque yo sentí eso: que no estaba en la camilla, sentí que viajé. Al término de la aplicación me quedó durante todo el día una sensación de liviandad. Me parece que para poder volar, primero tengo que aliviar mi peso.

¿Puede ser que lo esté logrando?

También quiero contarte, Carlos, que tardé un poco en escribir esta experiencia, a diferencia de la primera, en la cual no podía dejar de pensar lo que me estaba pasando. Era como si necesitara sacármelo de encima, entonces tuve que escribirlo rápidamente.

¿Tendrán que ver las sensaciones tan disímiles de angustia-placer para que una me movilizara a escribir o contarte, más pronto que la otra? ¿Qué opinás?

Yo creo que de a poco me voy descubriendo. Y el lado oscuro, a veces me aporta claridad.

                                                                                                                                                           Azucena  


Omar

En esta etapa, volví a consultar a Carlos por la aparición y persistencia de diversos síntomas que yo no lograba discernir y que me incomodaban y angustiaban.

Comenzamos, como otras veces, con la colocación de agujas hasta que pasado un tiempo, se agregó el Dor-buster.

Cuando Carlos me lo aplicó la primera vez, cerca de la punta de mi esternón, me relajé como lo hago siempre en las sesiones. Muchas veces me duermo con las agujas aplicadas (y creo que hasta ronco), y puede ser que sueñe.

En este caso, al rato nomás, sobrevinieron visiones (¿o quizás ensueños?).

Y las llamo así porque estaba aún bien despierto. Aparecieron una detrás de la otra, en lapsos cortos de duración, y en ningún momento representando situaciones emotivas en si mismas. Pudieron pasar intranscendentemente, pero en cambio me hicieron sentir muy triste, como si evocaran angustias, melancolías, penas no resueltas que yo tengo instaladas en lo muy profundo de mi persona.

Sólo eran “cortometrajes” neutros, de caras, lugares, gestos. Pero se me llenó el pecho con esa emoción.

Poco a poco fue pasando y llegó una serenidad muy agradable. Me sorprendí cuando percibí que alguna lágrima había rodado desde mis ojos. No me había dado cuenta. En aquella oportunidad no comenté nada con Carlos. Creo que no logré registrar que había sido una experiencia distinta.

Posteriormente, en una sesión en la que luego que él me preguntara el consabido “¿qué tal, cómo estás?”, y yo le referenciara molestias en la base de mi garganta, como si aún no hubiera digerido la cena del día anterior, Carlos me apoyó el Dor-buster en esa zona, me colocó las agujas, me invitó a relajarme, apagó la luz, cerró la puerta, y ahí quedé yo solo, tratando de aflojarme, y totalmente desprevenido.

Desprevenido, digo, a lo que pasaría. Pues llegaron nuevas visiones, y como aquéllas, sin llamarlas ni esperarlas, pero que a su diferencia, no remitían a penas sino a situaciones que actualmente tenía atragantadas; personas y hechos indigeribles, de ésos que nos llevan a decir: “lo tengo atragantado en la garganta”.

Desfilaron esos fulanos y fulanas a quienes gustosamente haría escuchar lo cansado que me tienen, lo mal que creo que se portaron conmigo, y aquellas veces en que debí callarme, cuando mejor me hubiera hecho hablar, o quizás gritar (con lo bien que se liberan energías así). Pero, que por razones de urbanidad, conveniencia, responsabilidad, etc., me había callado.

Bueno, aparecieron desde adentro y hacia mi garganta, como si pugnaran por meterse en el Dor-buster, como si ese aparato tan parecido a un micrófono, fuera en realidad un succionador, un atraedor de toda esa energía negativa que venía acumulando.

Cuando pasó, evoqué (ahora sí voluntariamente) a esas figuras odiosas, y mi sensación corporal y anímica fue -tal como en la experiencia pasada- de serenidad. Advertí que había superado la “indigestión”.

En esta oportunidad le conté a Carlos lo sucedido, y pudimos charlar sobre ello y el Dor-buster.

Antes, y ya a solas, pude reflexionar sobre estos dos momentos, y la necesidad imperiosa de poner mi espíritu en orden y paz. Supongo que algunos de los síntomas que hoy siento desaparecerán entonces.

Sé que lo que conté es para mí apenas el comienzo. Es el “darme cuenta”. Que debo continuar profundizando lo que percibí. Pero creo que es la manera de asumir por mi mismo mi curación.

Siento que expresarme en estas líneas, comunicarme con otros que -como yo- comprenden su “salud” como un estado general de equilibrio, y contar mi vivencia, es dar humildemente mi apoyo a este tratamiento que tanto bien me hace, y agrandar la superficie de este nuevo continente (aunque sea el que el hombre conoce desde más antiguo) de la Medicina para seres humanos.

                                                                                                                                                                                                        Omar

Mariana

La primera vez que experimenté al Dor-buster, al principio me sentí un poco incómoda y rara, pero a la vez sentía que estaba bien, confiaba en que nada malo podía ocurrirme y por el contrario, me sentía intrigada y entregada a vivir una nueva experiencia.

De a poco empecé a relajarme y me sobrevino una sensación de adormecimiento, muy suave. Luego, muy lentamente, empecé a sentir como si mi cuerpo fuera mecido en forma horizontal. Comencé a sentir la sensación de estar en un mar lleno de suaves olas que me movían y mientras tenía esta sensación, interiormente experimentaba emociones extrañas pero no desagradables que me son muy difíciles definir con palabras: era como una especie de lenguaje que se estaba expresando a través de mí, pero fuera de todo lo convencional.

La segunda vez no logré sentir ni el sonido ni el juego de las olas y aunque estaba más en confianza con el tratamiento, sentía que no podía relajarme en mi afán de experimentar esas sensaciones tan nuevas otra vez.

Hasta que por fin, y luego de sentir internamente diferentes voces de personas conocidas que me venían a la mente (no era que me decían algo directamente a mí, sino que se trataba de recortes de frases o diálogos dichos por ellas), logré relajarme al punto de sentir que la camilla desaparecía.

La sensación era de levedad y de flotar. Pero, lamentablemente, esto ocurrió al final de la sesión. Debo admitir que salí un poco frustrada.

Unos días después, estando en mi casa, me vino de repente la idea de escribir, inclusive hasta sentí ganas de escribir un “libro”. Y al mismo tiempo me decía a mi misma: “estás loca, si vos nunca escribís nada”.

Realmente nunca escribo, a no ser informes o monografías para la facultad. Cuando algo me ocurre (bueno, malo, triste o maravilloso) prefiero (en realidad no se si prefiero), lo que naturalmente me sale es hablarlo o bailar, hacer danzas, tal vez pintar. Por ejemplo, si tengo miedo o estoy ansiosa, inclusive antes de rendir algún examen difícil, lo que me nace es hacer danzas con música. Durante mucho tiempo hice (hace tres meses que no) un trabajo corporal que se llama “movimiento vital expresivo”, y siempre siento que haciendo esto tengo los mayores insights de mi vida. A veces medito en silencio sin ninguna técnica en especial, y ésta también es una forma más en la que me conecto conmigo, además de ir de vez en cuando al “verde” y al “sol”.

Pero ese día sentí algo muy fuerte, así que me senté frente a la computadora (algo más extraño aún) y comencé a escribir algo que titulé, y no sé por qué, “Pasajes”, y que finalmente no le di a nadie aunque como idea original había pensado regalarlo.

Una vez que terminé de escribirlo me sentí aliviada y muy contenta. Era como sin tener en cuenta las imperfecciones o no de lo escrito: para mi se trataba de una obra y un descubrimiento maravilloso. Al otro día y los subsiguientes comenzaron las críticas, ya la verdad es que sentí que lo maravilloso se transformó en vulgar. Pero eso fue lo que sentí al escribir, en ése momento.

La tercera vez con el Dor-buster viví algo muy diferente. Cuando me relajé y me desconecté de la “realidad”, hice un viaje por el interior de mi cuerpo, específicamente, mi “panza”. Pero esto era muy diferente a la sensación de estar dentro del útero materno, etc., sino que yo me sentía como una especie de médica exploradora, recorriendo mi interior, observando órganos y funciones. La sensación era de bienestar y de que estaba todo en su lugar. Fue muy corta la exploración, pero me dejó una sensación de seguridad y confianza.

Luego de estas “veces”, me gustaría contar que siento que lo que experimenté con el Dor-buster, es decir, algunas de las sensaciones, se prolongaron en una experiencia que tuve en un taller de tres días proveniente de la Fundación Findhorn (comunidad en Escocia) sobre “descubrir mi propósito en la vida”.

No voy a contar el proceso de muchos meses, pues me llevaría unas cuantas hojas más, pero para mi es importante destacar que en todo momento tuve clara conciencia de “mi cuerpo” como protagonista principal en el propósito de mi vida.

Más allá de que sería inevitable que no estuviera involucrado en cualquier emprendimiento, ya que pienso que junto con la mente, el espíritu y las emociones forman parte del mismo sistema.

En este trabajo logré profundizar sobre el protagonismo de mi cuerpo a través de las danzas y la creatividad corporal. Lo más paradójico es que, a pesar de cuán importante es esto último para mi, me falta continuidad en éstas áreas, sumándose además el desequilibrio que producen mis “enfermedades físicas” y todo lo que ellas involucran (¡operaciones!), haciendo que este propósito de trabajar con el cuerpo se torne un desafío constante.

Lo cierto es que en un momento del taller (haciendo un trabajo de a dos para conectarse con la energía superior), sentí algo muy especial y que fue experimentar nuevamente la sensación de no tener ningún apoyo-sostén, como cuando en el consultorio sentí que la camilla había desaparecido. Y lo más notorio fue cuando empecé a sentir que de a poco iba perdiendo peso mi cuerpo, la sensación de pesadez. Sentí que sólo era algo leve, que era energía.

Era muy raro sentirme en ese estado.

Sentía que solo era energía, que no había ni principio ni fin (cabeza / pies) ni límites.

Lo más notable para mi fue que, a pesar de que ya en otros momentos de mi vida había intentado sentir a través de experiencias similares algo como esto, nunca había conseguido experimentar ésta sensación tan maravillosa.

Las conclusiones que saqué de esa experiencia en el taller fueron muchas. Porque también tuve la posibilidad de “ver” (mientras estaba en ese estado de levedad) en imágenes claras, muchas pautas y guías para mi vida.

Sentí que algo en mi había cambiado y que no estaba equivocada al pensar que, si bien mi cuerpo físico necesita aún de mucho “trabajo de transformación”, es la “clave” para llevar adelante mi propósito y mi crecimiento en la vida para mi, y para poder brindar mis aprendizajes a su vez a otras personas.                                                                                                                                                                                     

                                                                                                                                                                                                                    Mariana

 

Dr. Carlos Inza
Buenos Aires, septiembre del 2012

            

 

Dor-buster en acción junto con agujas en otros puntos de acupuntura

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