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Morir como chanchos

 (Gripe porcina + clima + miedo + negocios + sometimiento)

 

Introducción casi tan corta como patada e´ chancho

No sé ustedes, pero cada vez que escucho la palabra “flagelo”, siento que están mintiendo para meterme miedo. Es un término casi especializado ya que, aunque nada lo prohíbe, parece de uso exclusivo para burócratas del sanitarismo, periodistas y gente buena que quiere salvar a la humanidad y pretende volver a encarrilarla por el “buen camino”. Se usa como sinónimo de epidemia o enfermedades terribles, aunque su blandura expresiva lo capacita para definir “cosas malas”. De manera que podemos tener variados flagelos además de las enfermedades médicas, como la pedofilia, la delincuencia criminal, el chocolate, la televisión o los mosquitos.

La palabreja que nos ocupa apareció en 1444 y está tomada del latín flagellum, que significa “látigo, azote” y proviene del indoeuropeo bhlag: “golpear”.

¡De manera que es un castigo, es algo que te golpea!

Vayan teniéndolo en cuenta, no lo olviden: cualquier flagelo es un castigo, una penitencia.

¿Y entonces: qué hicimos para merecer esto?

Me quedo con la palabra flagrante, también del 1444. Significa  “que se está ejecutando actualmente” y deriva del latín fragare, “arder”. Es muchísimo más adecuada porque nadie puede negar que estos son asuntos que arden y podrían llegar a incendiarnos, a consumirnos a pura llama. Así que estamos en estado flagrante, nos agarraron in fraganti: con las manos en la masa.

Ahora nos escarmienta el flagelo de la gripe porcina, que en Argentina logró el milagro de curar mágicamente al Dengue, y en el mundo terminó con la crisis económico-financiera y fue capaz de postergar al mismísimo calentamiento global.

¡No hay como un buen flagelo nuevo para eliminar a los demonios del presente!

La palabra gripe también tiene lo suyo: viene del francés gripper: asir, tomar, derivada del indoeuropeo ghreib: asir. ¡Así que la gripe te agarra!

Pero, para desesperación de los ansiosos, las cuestiones terminológicas no terminan aquí.

Por ejemplo: en el caso de la gripe porcina, una denominación  muy clara para indicar su indiscutible origen, tenemos un fantástico caso de transmutación lingüística.

¡En una semana pasó a llamarse Influenza A, luego de un fugaz pasaje por Gripe H1N1, desechando su primer nombre que competía con el de “gripe mexicana”!

¿Por qué será?

Por eso y otras cosas, no menos relacionadas, es que me puse a escribir esto.

Y también para intentar contestar las siguientes preguntas, tan curiosas como el cambio de nombre de la enfermedad:

bullet1) ¿Por qué cerraron por reparaciones a un país entero, México, durante quince días?
bullet2) ¿Por qué razones se ha desarrollado una campaña mundial que produce terror, al estilo de intentar hacernos creer que estamos siendo invadidos y amenazados de muerte?
bullet3) ¿Es justificado el temor respecto de la gripe porcina?
bullet4) ¿Por qué apareció primero otro “terrible flagelo”: la gripe aviar (pollos), y ahora le toca el turno a los cerdos?
bullet5) ¿Cuál es la razón de que se recomiende enfáticamente el uso de un antiviral de dudosa eficacia (Tamiflu) ante la menor sospecha de gripe y se prometan vacunas de vertiginosa aparición?
bullet6) ¿Se justifica la producción de pánico, tal cual se ha hecho?
bullet7) ¿Porqué un alto funcionario de la administración Bush, Donald Rumfeld, fue el presidente y quedó como importante accionista de la empresa farmacéutica que vendió los derechos del antiviral recomendado (Tamiflu) al laboratorio Roche ya en tiempos de la gripe aviar?
bullet8) ¿Es todo este operativo, además del clarísimo interés comercial para promover la venta de medicamentos y vacunas, un ejercicio de inmunología del sometimiento vía miedo?
bullet9) ¿Qué podría tener que ver todo esto con el calentamiento global o catástrofe climática?

¡Bienvenidos a la excitante y maravillosa vida-tamiflu!

Como chancho en misa (Enfermedades, virus y epidemias)

La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer (¿De dónde viene todo esto?)

Chancho limpio nunca engorda (Los culpables de la gripe porcina)

Querer la chancha, los veinte y la máquina de hacer chorizos (No hay mejor negocio que la enfermedad)

Hacerse el chancho rengo (Mentir con la verdad) 

Como será la laguna que el chancho la cruza al trote (Inmunología del sometimiento)

Difícil que el chancho silbe (El regalo mortal del ganado)

A cada chancho le llega su San Martín (La venganza de Gaia)

Es inútil arrojar margaritas a los chanchos (Medicinas diferentes para tratar a los enfermos de gripe)

Como chancho en misa

(Enfermedades, virus y epidemias)

Es posible, aunque no esté científicamente demostrado, que los chanchos no entiendan nada acerca de la pasión que han despertado en los gobiernos, los medios y las charlas de café o ascensor, incluso desplazando al clima.

Nunca, en los nueve mil años que llevan domesticados por el humano (China y Asia sudoccidental), habían alcanzado tanto éxito mediático a nivel planetario. Hasta ahora sólo servían como almuerzo, cena o noble pretexto de parrillada.

¿Porqué esta súbita popularidad, qué hicieron para merecerla?

Nada, salvo que en ellos se ha originado la enfermedad de moda: la gripe porcina.

¿Y qué cosa es, esencialmente, esta enfermedad?

Si hablamos de gripe, descontamos que es producida por un virus.

Pero sin ánimo de ofender a nadie, incluidos porcinos, virus y microbiólogos, hasta ahora se trata de una gripe cualunque, humilde, sin pretensiones de estrellato.

¿Qué produce mortalidad?

Sí, pero miren estos datos acerca de la gripe estacional común y otras enfermedades que no tienen tanta prensa:

bulletLa gripe común mata entre medio y un millón de personas cada año.
bulletEn el mismo lapso mueren entre uno y dos millones de personas víctimas de la malaria.
bulletY también uno a dos millones de niños y niñas, deshidratados a consecuencia de problemas diarreicos.
bulletEn cambio, el sarampión y las diversas neumonías, se llevan a unos diez millones de personas cada año.

Pero parece que no son muertes importantes, porque siguen ocurriendo año tras año y no merecen terribles alarmas sanitarias, operativos escenográficos de barbijos ni ataques agudos de histeria mediática.

Como el tema es recurrente no conmueve a nadie: parece que estamos bien vacunados contra el horror crónico.

Pero hace unos años, cuando apareció la famosa gripe aviar, los informativos mundiales se inundaron de noticias y ominosas señales de alarma: ¡una epidemia, la más peligrosa de todas!... ¡una pandemia! (la sola palabra mete miedo).  
Sólo se hablaba de la terrorífica enfermedad de los pollos, igual que ahora con la gripe porcina. El planeta entero estuvo en vilo, también igual que ahora.
Y sin embargo, la gripe aviar sólo provocó la muerte de 250 personas en todo el mundo.

¿Qué podrían decir los parientes y amigos de las millonarias víctimas de las enfermedades mencionadas, las que matan a varios millones por año?

También hay mucho desconocimiento, producto de la tendenciosa información y del lenguaje cifrado, en código secreto, de los “especialistas”.

De manera que no está nada mal enterarse un poco, disculpen ustedes.

El término virus proviene del latín y significa “veneno, líquido viscoso, hedor”.

De manera que está claro: el virus es veneno.

Los virus no son seres vivos sino parásitos intracelulares, “agentes infecciosos”, porque una vez que infectan a una persona pueden replicarse (es una manera de decir “reproducirse”) y provocar una enfermedad. Los virus poseen información genética que llevan en su genoma, compuesto por ADN o por ARN. Nunca tienen los dos ácidos nucleicos juntos, como las células de cualquier ser vivo, sino que tienen uno o el otro. Por fuera de esta estructura de información genética hay una cubierta de proteínas llamada “cápside” y, en algunos virus, rodeando a esa cápside existe una “envoltura” que adquieren de la membrana de las células que parasitan.

El virus Influenza (gripe) tiene una envoltura derivada en parte de la membrana plasmática celular. Esa envoltura contiene sustancias de dos tipos: la “Hemaglutinina” y la “Neuraminidasa”. Ambas son importantes para que el virus pueda reconocer a una célula e infectarla. Por debajo de la envoltura tiene una estructura que le da forma al virus (la cápside) y un genoma, es decir un ácido nucleico que lleva toda la información genética y que, en este caso, es ARN, no ADN. Hay 3 tipos de virus Influenza: el “A”, el “B” y el “C”, de los cuales los dos primeros pueden producir enfermedades humanas, sobre todo el “A”.

La caracterización de los diferentes virus se hace por sus distintas Hemaglutininas o Neuraminidasas. De ese modo, dentro del tipo A existen virus como el H1N1. O sea: que contienen “Hemaglutinina” del tipo 1 y “Neuraminidasa” del tipo 1, el H3N2, el H5N1, etc.

Todo esto para que quede claro cómo es que los virus pueden producir enfermedades (parasitando las células) y se tipifican, en el caso de la gripe, con siglas como H1N1 o lo que sea, que ahora espero que no les resulten tan extrañas.

Pues bien: ¿de qué hazañas es capaz este virus?

Hasta ahora parece que sus habilidades para producir daño no son muchas, si bien es muy fácil de adquirir porque luego de saltar del cerdo al humano empieza el contagio de éste a otros humanos a través de secreciones, microgotas (tos, estornudos, habla). Y de objetos adonde haya quedado a través de las manos. Al llevarse las manos a la boca, la nariz o los ojos se produce el contagio. La mayoría de los casos cursan simplemente como una gripe localizada en el aparato respiratorio superior, pero a veces el virus llega a los pulmones y produce una “neumonía intersticial” o, luego de la infección con el virus el paciente se sobreinfecta con una bacteria que provoca una “neumonía bacteriana”. Esto puede llevar a una insuficiencia respiratoria y a la muerte.

Los ancianos, los pacientes con patologías respiratorias o cardíacas y los niños desnutridos o muy pequeños suelen ser los que más frecuentemente presentan complicaciones graves y entonces, a los fines epidemiológicos, constituyen la “población de riesgo”. Pero aquí parece haber una rara excepción: hasta ahora, personas de todas las edades engrosan esa lista.

Y ahora tenemos un dato clave: quienes pueden afectarse gravemente y hasta morir, son los mismos que están igualmente expuestos ante una vulgar gripe estacional. De manera que la clave es el estado general de la persona infectada, y no la virulencia del germen, principio que podría extenderse a toda la población. Lo que podría constituir una novedad preocupante es la posible disminución de la capacidad defensiva de toda la población, y no sólo de los tradicionales “grupos de riesgo”. Pero en cuanto a la mortalidad no parece ser mayor que la de la gripe estacional o común, ya que estos casos no son conocidos públicamente, no merecen comentarios ni alarmas sanitarias.

Entonces ¿por qué tanto escándalo?

¿Es, acaso, que las autoridades políticas y sanitarias se han enternecido ante la posibilidad de que mueran muchas otras personas, además de las que tienen ese destino precoz pero no inmutan a nadie?

¿O que hayan empezado a pensar en serio y por primera vez acerca de la decisiva importancia del desvalorizado “estado general”?

"Afortunadamente –asegura Pietro Vernazza, director del Departamento de Enfermedades Infecciosas en el Hospital de San Gall, Suiza- el virus se ha revelado menos patógeno de lo temido inicialmente. El virus probablemente se extenderá a todo el mundo, Suiza incluida, por lo que es necesario insistir en el diagnóstico y la detección precoz".

 

La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer

(¿De dónde viene todo esto?)

Ahora llega el momento de preguntarnos de dónde viene este “regalito del cielo”. De los chanchos, claro.

Pero: ¿cómo y cuándo se originó el virus que ahora se llama de la Influenza A?

Es que, casualmente, el cambio de nombre es una pantalla para ocultar cierta sombría historia: la de la industria que fabrica chanchos como si fueran figuritas en una imprenta. Y el método que utilizan es, justamente una verdadera chanchada, si me permiten la expresión. Ahora mismo hay muchos datos como para suponer que, las características de esa fabricación en serie, están profundamente relacionadas con la aparición de estos virus gripales H1N1.

El periodista Ignacio Ramonet publicó en Le Monde Diplomatique (03-06-2009) un excelente y documentado artículo titulado “Los culpables de la gripe porcina".

También es de mucho valor el trabajo de Mike Davis:

“La gripe porcina y el monstruoso poder de la gran industria pecuaria”.

Lo que sigue, en este aspecto de la cuestión (que no es el único), se basa en ambas contribuciones, cuyos respectivos links se encuentran al final.

 

Chancho limpio nunca engorda

(Los culpables de la gripe porcina)

Realmente da un poco de asco enterarse de ciertos detalles.

Por ejemplo, Davis dice que: “La gripe porcina mexicana, una quimera genética probablemente concebida en el cieno fecal de una gorrinera industrial, amenaza súbitamente con una fiebre al mundo entero. Dado que las domesticadas gripes estacionales de tipo A matan nada menos que a un millón de personas al año, incluso un modesto incremento de virulencia, especialmente si va combinada con una elevada incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una guerra importante.

Y esto sí que es preocupante, ya que su gran capacidad de contagio (elevada incidencia) está demostrada, aunque aún no “el incremento de virulencia”. Pero si esto último llegara a ser cierto, entonces sí que estamos ante un problema mayúsculo.

¿Qué, es una novedad, un suceso que nadie esperaba? Pues no, lamentablemente algunos conocedores del tema lo sabían y cursaron advertencias que fueron desoídas.

¡Hace seis años! En marzo de 2003, un artículo publicado en la revista Science ya había advertido que la gripe porcina estaba evolucionando en fase rápida a causa del aumento del tamaño de los criaderos industriales y del uso generalizado de antibióticos y vacunas. Los virólogos alertaban precisamente a México y a Estados Unidos del peligroso cóctel vírico que estaba por venir. Afirmaban lo siguiente: “Parece que después de años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de América del Norte se halla en una fase de rápida evolución y cada año produce nuevas variantes”.

Achacaban la fulgurante mutación de los virus a dos causas: el hacinamiento en criaderos insalubres de un número cada vez mayor de cerdos, y la práctica de vacunar a las hembras, ya que la vacuna actúa seleccionando nuevos virus mutantes. Esos dos factores, avisaban los expertos, “aumentan la probabilidad de que emerja un nuevo virus transmisible entre humanos”. Luego, ya sea por los excrementos, el alimento, el agua, o incluso las botas de los trabajadores, el virus se disemina de modo imparable.

El despiadado sistema de cría intensiva ha transformado radicalmente el sector. Hoy se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja familiar que aún describen los manuales en las escuelas. En 1965, por ejemplo, había en Estados Unidos 53 millones de cochinos repartidos entre más de un millón de granjas; ahora hay 65 millones de cerdos concentrados en sólo 65.000 explotaciones.

En ese mismo artículo, el Dr. Christopher Olsen, virólogo molecular en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Wisconsin, en Madison, hasta se atrevió a profetizar: “Ahora debemos buscar en México la granja donde va a aparecer la próxima pandemia”. ¡Asombrosa predicción la del doctor Olsen, que no tira las cartas sino que estudia a los virus!

Un poco más tarde, en el 2006, unos investigadores del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos habían reconfirmado la profecía: “La alta concentración de enormes cantidades de animales apretujados en muy poco espacio facilita la rápida transmisión y mezcla de los virus”.

Y la granja apareció en un poblado de nombre irónico para el infierno que comenzó a vivir: se llama La Gloria y está en el estado de Veracruz, México, a escasa distancia de los criaderos de cerdos de la empresa Smithfield. Gigante productor de carne porcina, Smithfield Foods Inc. es una de las mayores empresas agroalimentarias del planeta y el número uno mundial de la carne de cerdo. Su sede se encuentra en la ciudad de Smithfield, Virginia, y posee filiales en nueve países a través del mundo.

Con una cifra de negocios de casi 12 mil millones de dólares, Smithfield Foods es la tercera compañía estadounidense más poderosa en la producción de alimentos, después de Archer Daniels Midland y de Tyson Foods. Pero esta compañía, que abastece a las cadenas de comida rápida McDonald’s y Subway, ha sido frecuentemente acusada de contaminar agua, suelo y aire, y de no respetar los derechos de sus trabajadores. En su informe de 2005, Sangre, sudor y miedo. Derechos de los trabajadores en las plantas cárnicas y avícolas de Estados Unidos, la organización no gubernamental Human Rights Watch denunció duramente sus abusos. También fue multada, en 1997, con 12.300.000 dólares por violar la Ley de Aguas Potables.

¿Qué hizo la empresa, entonces?

Fácil: para evitar esas acusaciones, Smithfield Foods trasladó parte de sus criaderos a países como México, Rumania y Polonia, en los que las leyes en favor del medio ambiente son más relajadas o inexistentes, y donde algunos políticos están más dispuestos a dejarse corromper. Mediante su filial Granjas Carroll, Smithfield se instaló en la remota zona rural mexicana de La Gloria en 1994, aprovechando el Acuerdo de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Allí, gracias a la complicidad de políticos locales, no tiene que preocuparse de ser acusado de violar ley alguna sobre el medio ambiente.

En el interior de barracas con ventilación deficiente e iluminación constante para estimular su crecimiento, los cochinos viven encerrados en jaulas que impiden su movimiento. Son engordados hasta alcanzar unos 120 kilos. Los criaderos son verdaderas ciudades de cerdos, rodeadas de mares de heces y bazofias. Con moscas del tamaño de abejas, llamadas “muerteras”, que merodean los cadáveres de los cerdos que perecen durante el horripilante proceso al que son sometidos.

¿Qué ocurrió con los pobladores del pueblito veracruzano?

Un corresponsal del diario La Jornada de México DF , Andrés Timoteo, se desplazó al poblado para describir el ambiente en el que viven los habitantes: “Nubes de moscas emanan de las lagunas de oxidación donde la empresa Granjas Carroll vierte los desechos fecales de sus granjas porcícolas; y la contaminación a cielo abierto ya generó una epidemia de infecciones respiratorias. El vector epidémico serían las nubes de moscas que despiden las granjas porcícolas y las lagunas de oxidación donde la empresa mexicana-estadounidense arroja toneladas de estiércol”.

Muchas familias declaran haber sido afectadas por frecuentes dolores de cabeza, enfermedades gastrointestinales y de las vías respiratorias, y han desarrollado diarreas, tos, infecciones de garganta, vómitos y fiebre: los síntomas de la gripe porcina, por si quedara alguna duda.

¿Si los pobladores se quedaron tranquilos y orgullosos de albergar semejante infierno?

No: muchos vecinos de La Gloria y de una decena de comunidades, que viven desde hace años con esa hediondez y respiran día y noche una peste infernal, se unieron para protestar en contra de la expansión de la trasnacional. Organizaron asambleas y marchas, y la empresa los demandó por difamación. Varios activistas fueron reprimidos y procesados, otros detenidos y obligados a pagar una fianza para salir de prisión.

Nada nuevo, dirán, como si eso le quitara importancia y lo tornara casi razonable. Pero fue en este lugar, presumiblemente, donde el virus A (H1N1) saltó de los cerdos a los humanos en algún momento entre noviembre de 2008 y enero de 2009. Y pudo haber comenzado a infectar a grandes cantidades de personas a partir de principios de marzo.

Por eso, el periodista Ramonet, de Le Monde Diplomatique, no duda en afirmar que: “No se trata de una maldición del cielo ni de un azaroso dictado del destino. La epidemia de gripe A (H1N1) surgida en México tiene responsables concretos: el primer nombre propio es el de la empresa estadounidense Smithfield Foods Inc., la productora de carne porcina más importante del mundo.”

¿Hay alguna duda, después de enterarse cómo funcionan las fábricas de cerdos?

 

Querer la chancha, los veinte y la máquina de hacer chorizos

(No hay mejor negocio que la enfermedad)

Hay mucha gente preocupada y hasta asustada, entre quienes realmente estudian las enfermedades epidémicas. Especialmente porque no se sabe hasta dónde puede llegar la recombinación y mutación de estos virus. Algunos, incluso, los llaman “Virus Frankenstein” porque se los detectó en variedades híbridas, que tenían trozos de material genético perteneciente a virus de la gripe humana, gripe aviar y gripe porcina. Y como aún no hay vacunas, cuya posible efectividad estará sometida a la recombinación viral (cualquier mutación las convertirá en inútiles), entonces se recomiendan medicamentos antivirales, cuya eficacia es más discutible aún.

Verán: los antivirales no tienen una historia feliz en farmacología, siempre fueron candidatos a quedar por largo tiempo en las estanterías de las farmacias porque nunca se logró que fueran tan efectivos contra los virus como lo son los antibióticos contra las bacterias. De hecho, muy de vez en cuando me tocó conocer personas que los consumían, y en todos los casos se los habían indicado para herpes genital. Hay dos de ellos que se recomiendan contra las gripes en general y ésta en particular: oseltamivir (Tamiflú de Roche) y zanamivir (Relenza de Glaxo), aunque es imposible encontrar investigaciones verdaderamente objetivas que verifiquen su efectividad. O sea: investigaciones que no estén pagadas por los laboratorios que los producen, directa o indirectamente.

Y ahora, prepárense, viene la apasionante historia del Tamiflu -un nombre más apropiado para desodorante o golosina para chicos, pueden elegir-, el antiviral de Roche presentado como tratamiento efectivo contra la gripe porcina.

La historia del Tamiflu, en estas circunstancias, no deja de ser reveladora. Fue desarrollado por la firma biofarmacéutica Gilead Sciences Inc., cuya sede se encuentra en Foster City, California. Gilead cedió los derechos de fabricación y de comercialización a la empresa multinacional suiza Roche, la cual le revierte el 22% de los beneficios anuales por las ventas de Tamiflu.

Es “interesante” notar que Donald Rumsfeld, -el ex secretario de Defensa del presidente George W. Bush y uno de los principales instigadores de la invasión ilegal a Irak-, fue presidente de Gilead Sciences Inc. desde diciembre de 1997 hasta hacerse cargo del Pentágono en 2001, y conserva un importante paquete de acciones.

Una de las primeras medidas de Rumsfeld cuando asumió su cargo en el gobierno fue declarar el Tamiflu de uso obligado en el seno de las fuerzas armadas. Las ganancias de Roche y de Gilead –y por consiguiente el enriquecimiento personal de Donald Rumsfeld– se dispararon. Las acciones de la empresa se vieron también altamente beneficiadas en Bolsa a partir de 2003, cuando surgieron en Asia las amenazas de epidemias del Síntoma Respiratorio Agudo Severo y del virus H5N1 de la gripe aviar. Con la gripe aviar, todas ellas obtuvieron cientos o miles de millones de dólares de ganancias. Con el anuncio de la nueva epidemia en México, las acciones de Gilead subieron 3 por ciento, las de Roche 4 y las de Glaxo 6 por ciento, y esto es sólo el comienzo.

¡Y nos hacen creer que los únicos políticos corruptos son los nativos de países como los nuestros!

Incluso, algunos que le atribuyen poderes extraordinarios y hasta sobrenaturales, creen que el detestado Rumsfeld debe estar implicado, de una manera u otra, en el surgimiento de estas epidemias y en particular en la aparición del nuevo virus mutante A (H1N1). Es demasiado, pero la cuestión en sí es de una codicia y una miserabilidad tal que autorizan a suponer cualquier disparate.

Ahora bien, si uno revisa toda esta información e intenta mirarla sin ingenuidad, puede llegar a la conclusión de que hay una lógica transparente de tipo mecanismo circular a favor de las grandes empresas que obtienen ganancias multimillonarias: desde la industria pecuaria y sus porcinos – que desarrollan los virus debido al “sistema de producción” que utilizan- hasta las farmacéuticas que venden los medicamentos que supuestamente las “curan”. Y ahora esperamos a las maravillosas vacunas que van a impedirlas. Otra empresa que persigue este jugoso negocio es Baxter, que solicitó muestras del nuevo virus y anunció que podría tener la vacuna en 13 semanas: tanto es su amor por la salud humana que están un poco apurados, tal vez. Pero claro, como los virus se dedican al entretenimiento de mutar, el negocio es infinito porque siempre habrá necesidad de vacunas nuevas. ¡Es increíble pero cierto!

Y ahora veremos el brillante papel de la OMS, los gobiernos de los países “amenazados” y sus respectivos ministerios de salud pública, casi enteramente privatizados.

 

Hacerse el chancho rengo

(Mentir con la verdad)

Es muy fácil jugar con el miedo a enfermar y morir: no hay nada más sensible en el humano ni que nos produzca tanto temor. Nos conmueve hasta los tuétanos y nos pone a merced de los asustadores profesionales.

Está claro que muchas veces las advertencias y las campañas de propaganda sanitaria pueden corresponderse con la realidad. ¿Pero cómo creerlos después de enterarse de todo lo que ya sabemos? ¿Cuándo sabemos que las alarmas sanitarias se justifican y no son una exageración interesada y se trata de una preocupación fundada y honesta?

Tal vez todavía creamos en la Inmaculada Concepción de las instituciones y confiemos en “el sector público” suponiendo que está al margen de los grandes intereses que manejan la medicina. Pero no es exactamente así: más allá de la honestidad de las personas, la medicina moderna está enteramente manejada por esos grandes intereses, que han infectado la vida académica con subsidios y dependencia variada. De hecho, a la medicina moderna no le interesa la salud, sino la enfermedad.

Ya hay varias generaciones de médicos infiltrados por ese virus y, por ahora, no parece haber vuelta de hoja: ésa es la “medicina científica”, la única que puede considerarse seriamente porque “las otras” se miran con desdén o se ignoran.

Entonces, ¿qué otra cosa van a hacer los sanitaristas, quienes tienen la responsabilidad de la salud colectiva, sino dejarse llevar por la irresistible ola que se los lleva puestos?

Miren, por ejemplo, el tipo de propaganda que se impuso en todos los países para alertar a la población acerca del riesgo que produce la gripe porcina.

Las recomendaciones resultan risibles porque los síntomas acerca de los cuales hay que cuidarse, ¡son exactamente los mismos que los de cualquier gripe!

Miren, por ejemplo, lo que dice el CDC de Estados Unidos (Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades):

“¿Cuáles son los signos y síntomas de este virus en las personas?
Los síntomas de este virus nuevo de la influenza H1N1 en las personas son similares a los síntomas de la influenza o gripe estacional e incluyen fiebre, tos, dolor de garganta, moqueo o secreción nasal, dolores en el cuerpo, dolor de cabeza, escalofríos y fatiga. Una cantidad significativa de personas infectadas por este virus también han reportado tener vómito y diarrea. Además, al igual de lo que ocurre con la influenza o gripe estacional, se han presentado casos de enfermedades graves y muertes en personas como resultado de complicaciones asociadas a este virus.”

Y ante la inevitable pregunta acerca de la posible gravedad de la enfermedad, la respuesta del CDC es muy clara: “En estos momentos se desconoce qué tan grave podrá ser este virus en la población general.”

Parece ser que en Estados Unidos se están popularizando las llamadas “fiestas de gripe porcina”.  ¡No todo es miedo, aflicción y barbijos: también hay espacio para el festejo y la alegría!  Las "fiestas de gripe porcina" son reuniones en las que las personas tienen contacto cercano con personas con una infección por el virus nuevo H1N1 para que se les contagie el virus. La idea de estas fiestas es infectarse con la enfermedad, que en muchas personas ha sido leve, con la esperanza de crear una inmunidad natural al virus nuevo de la influenza H1N1 que en el futuro puede circular y causar enfermedades más graves.

No es tan mala la idea, pensándolo bien. Y puede quitarle un poco de dramatismo a este formidable intento de manipulación y operativo macro-económico. Lo bueno es que uno podría elegir a la persona de la cual quiere contagiarse, y entonces el asunto podría ponerse interesante…

Pero volvamos al operativo mete-miedo. La OMS parece cada vez más nerviosa y ha elevado el estado de alerta a nivel de catástrofe, pero también se toma su tiempo para destilar excelsa sabiduría. En uno de sus comunicados, por ejemplo, opina que “sería aconsejable reducir al mínimo el contacto con cerdos enfermos y notificar esos animales a las autoridades veterinarias correspondientes”. Es bueno que no lo olviden: no anden tocando chanchos enfermos, dejen de jugar con ellos como hacen habitualmente y denúncienlos al hospital. Y si insisten en acercarse, mimosos como siempre, rechácenlos suavemente diciéndolos con suavidad: “No, Porky, mañana jugamos”. Además no olviden de cruzarse de vereda si ven venir hacia ustedes un chancho de frente, ¡esta sencilla maniobra puede salvarles la vida!

Para que vean que no exagero, reproduzco textual los consejos de un colega, con la misma tipografía estilo catástrofe en la que están escritos:

ES IMPORTANTE, ENTONCES, CONCURRIR AL CENTRO DE SALUD MÁS CERCANO SI SE PRESENTARA UN CUADRO GRIPAL CON FIEBRE DE 38º O MÁS, DOLORES MUSCULARES, CONGESTIÓN DE LOS OJOS, TOS Y/O MOCOS EN LA NARIZ O DECAIMIENTO MARCADO. SE REITERA: NO DEBE INGERIRSE ASPIRINA (SOBRE TODO LOS NIÑOS) O CORTICOIDES. NO HAY QUE AUTOMEDICARSE. SE DEBE CONSULTAR AL MÉDICO LO ANTES POSIBLE Y ÉL SABRÁ QUE HACER.

Y después de esta advertencia manejada con tanta dulzura, ¡el mismo médico aconseja “no entrar en pánico”!. Ta güeno…No es muy diferente a la propaganda oficial, expuesta en murales, carteles y comunicados de prensa. El asunto es asustar, producir preocupación y ansiedad porque ¿quién sabe si sus síntomas de resfrío o gripe estacional, en realidad no son otra cosa?

Nadie lo sabe, salvo el Instituto Malbrán, que puede descifrar con bastante rapidez el genoma viral como para identificar de qué tipo de gripe se trata. Es obvio que el Malbrán y todos los servicios de atención médica primaria están absolutamente desbordados desde que las advertencias mediáticas comenzaron a circular y cerraron algunos colegios.

Pero eso pasó aquí, en Argentina. ¡En México, en cambio, decretaron el estado de sitio sanitario y cerraron a todo el país durante dos semanas! Y el pánico se contagia más rápido que la gripe, eso es seguro. Pero además, es una variedad de enfermedad en sí misma: el pánico da mucho miedo… Un miedo terrible imposible de parar salvo que también se masifique el uso de psicofármacos que producen las mismas caritativas empresas farmacéuticas. De manera que ya sabe, ante la menor duda (primer estornudo), proceda rápidamente: aíslese (en especial de los chanchos), quédese en cama, use un barbijo, lávese frenéticamente las manos con desinfectantes, y por las dudas tome Tamiflu y algún tranquilizante para aliviar el pánico. Es posible que después de una semana así vivida, también necesite un antidepresivo de por vida, pero seguro que de la gripe zafa. Porque como decía sabiamente un aviso publicitario de hace algún tiempo: “la gripe se cura en una semana con tratamiento médico y sin ningún tratamiento, en siete días” (no sé que vendían, pero seguro que no eran anti-gripales).

Y no es todo: varios países han suspendido las importaciones de carne de México y de los Estados Unidos, aunque se sepa que comer carne de cerdo no contagia la enfermedad. Pero además, ¡Egipto ha anunciado su voluntad de acabar, como medida preventiva, con todos los cerdos del país! Sólo que ahora, la Confederación Mundial de Cerdos y Afines acaba de contra-atacar con la sugerencia de que es mejor acabar con los humanos, cosa de evitarles la molestia de la enfermedad. Está todo bien, todo se vale siempre que salgamos ganando.

Estamos todos preocupados. Aquí en el Sur por el estado inmunológico de quienes pueden enfermar de gripe porcina, porque dependiendo de ese estado previo al contagio es que pueden enfermar gravemente debido a las sobre-infecciones bacterianas, que son las que realmente terminan matando a los que mueren. La razón es que cualquier estado gripal puede provocar una sensible baja en las defensas, que sumada al deficiente estado inmunitario, es potencialmente grave: los virus les abren el camino a las bacterias. Y sabemos que en el Sur tenemos muchísima población de riesgo.

Pero en el Norte también están muy preocupados debido a que ahora, cuando aquí comienza el período habitual de la gripe, el virus podría “foguearse” con los antivirales (Tamiflu) y proceder a una nueva mutación para regresar al hemisferio boreal en octubre próximo en condiciones mucho más virulentas, como sucedió con la terrible “gripe española” en 1918.   

Otro riesgo es que el virus se combine con el de la gripe aviar, el temible H5N1 asentado en varios países, y produzca un letal mutante asesino de masas… Para proteger a sus ciudadanos, los gobiernos del planeta están ahora adquiriendo cantidades importantes del medicamento antiviral Tamiflu (oseltamivir), recomendado incluso por la OMS. De manera que el negocio de Roche está asegurado por mucho tiempo: van a vender hasta en Marte, está claro. ¿Sirve realmente? No lo sabemos, todavía… ¡pero qué buenos que son los gobiernos de este planeta!

 

Como será la laguna que el chancho la cruza al trote

(Inmunología del sometimiento)

¿Por qué todo esto, a quién le sirve?

Está claro que ninguna epidemia es una pavada, y una pandemia menos.

Pero también lo está que hay una evidente desproporción entre lo que realmente sucede y las medidas que se han tomado, tan exageradas como bloquear los vuelos al país “culpable” o encerrar a las gentes en sus casas.

Y especialmente atemorizar: ¿para qué atemorizar tanto, qué sentido tiene, cuál la función de los Decretos de Emergencia Sanitaria?

Porque es sabido que aún en situaciones de catástrofe es importante intentar mantener la calma, al menos tratar de pensar y proceder serenamente. Pero los primeros que perdieron la calma son, justamente, quienes tienen la obligación casi profesional de conservarla: las autoridades. Si fueran buenos capitanes de barco nunca deberían haber procedido como hicieron: asustando y atemorizando, poniendo en vilo a la población humana del planeta.

Ya esto solo ocasiona un mal terrible: la pandemia de miedo.

¿Será exclusivamente  para vender Tamiflu y vacunas?

Sinceramente no me cierra, creo que hay algo más.

Y este algo más puede ser mucho más importante que los miserables negocios que hacen los traficantes de la enfermedad.

Es un ejercicio para lograr acatamiento masivo vía miedo.

Es poner en marcha, una vez más, la inmunología del sometimiento.

Y lo hacen fácil, les resulta sencillo lograrlo, tanto como a un chancho le puede costar cruzar al trote una laguna vacía.

Es que el poder tiene mucha experiencia en estos “ejercicios” para quedarse con el botín: la conciencia de las personas. Desde hace un tiempo, las aventuras de conquista militar se reservan para cuando no hay más posibilidad, cuando es la última carta.

Antes no hace falta porque la domesticación del humano tiene larga y exitosa historia. Y ahora estamos en una situación peligrosa, delicada, sin margen para el error. La catástrofe económico-financiera es solamente una manifestación más de la profunda crisis que atraviesa a la sociedad humana del planeta y que pone en tela de juicio su propia existencia.

Entonces es necesario ejercitar el poder de seguir teniéndolo porque el camino que nos espera está lleno de acechanzas y desafíos de tamaño monumental. Es imprescindible, entonces, que los gobiernos, conglomerados empresariales y financieros, militares, instituciones, grupos de poder y personas concretas que lo detentan sepan si siguen contando con la misma disciplinada tropa.

¿Qué mejor, entonces, que usar el sistema de aterrar a la población por medio de la declaración de emergencias sanitarias haciéndonos creer que estamos al borde de la catástrofe sanitaria?

Es eficiente, siempre funciona, más de allá de saber que puede ser una maniobra más de distracción acerca de problemas que son mucho más urgentes como la devastación producida por el cambio climático (que ya empezó) y el no saber cómo vamos a ser capaces de resolver necesidades básicas como el agua y los alimentos.

Sí: el efecto del despliegue publicitario y la modificación de conductas es funcional al poder. Y casualmente siempre afecta a la libertad de movimientos y la supresión o limitación de los deseos, como ya ocurrió con la epidemia de Sida en relación al contacto inter-personal y la vida sexual.

Es importante advertir que los problemas sanitarios que plantea una epidemia son reales, no tienen nada de ficticio. Y, dadas las condiciones de la crisis actual, cualquiera de ellos pueden tener efectos devastadores: eso es innegable. Pero es muy difícil que la máquina de lucrar se detenga sólo porque una pequeña porción de la sociedad humana tome conciencia acerca de cuáles son las causas reales que los originan. En el caso de la gripe porcina, por ejemplo, está claro que la causa principal es la “industria del cerdo” y su horripilante sistema de explotación. Lo mismo ocurre con las “fábricas de pollos” que explican perfectamente la aparición de la gripe aviar: el mecanismo es idéntico y las consecuencias también.

De ahí la necesidad de cambiarle el nombre a la enfermedad, que pasó de Gripe Porcina a Gripe o Influenza A. Seguramente ustedes pensarán que la maniobra es muy burda y demasiado poco creíble, ¡pero lo peor es que funciona!

Y en el contexto de una emergencia, el poder te dice: “Ahora lo importante es salir de esto, después veremos. Después veremos si la industria del cerdo es el origen, después veremos si el Tamiflu funciona bien o hay otras medidas más baratas y eficaces”. Pero mientras tanto, ¡sigamos fabricando cerdos y vendiendo vacunas y anti-virales!

Eso es lo que importa: los negocios son hoy, mañana ni siquiera sabemos si podremos estar para contarlo…

Es difícil encontrar, en la realidad humana, instituciones y actividades que tengan más influencia que la medicina en la ideología y conducta de las personas. Por supuesto que se trata de una historia bastante antigua, casi arcaica: cualquiera que haya manejado la salud de una población siempre tuvo mucho ascendiente sobre la conciencia de la sociedad, pero también, casi indefectiblemente, estuvo asociado al poder político y económico.

De manera que cualquier cosa que se le ocurra opinar, sugerir o dictaminar a “la medicina” acerca de la salud individual y colectiva es siempre considerada, respetada, obedecida y hasta temida. Y la razón es elemental: actúa sobre el ancestral miedo a sufrir y morir, mueve las emociones más primarias vinculadas a la supervivencia. ¿Cómo no van a ser tenidas en cuenta, entonces?

Esa es la razón para entender que, mientras la gran mayoría de las personas y sociedades carezcan de libertad y juicio crítico, las campañas para “proteger tu vida y tu salud” siempre serán exitosas, independientemente de la racionalidad que tengan. Pero aquí y ahora, las consecuencias del “Operativo Gripe Porcina” se transforman claramente en el objetivo principal de seguir manipulando conciencias para mantener disciplinada a la tropa. Y en segundo lugar, pero siempre presente en nuestro “estilo de vida”, para hacer buenos negocios lucrando con el dolor y la enfermedad.

Es extremadamente patético ver personas con el barbijo puesto y la mano atada en el bolsillo para no darla, para no tocar a nadie ni a nada porque “todo contacto es peligroso”. Es muy claro que, aprovechando nuestro natural temor a enfermar, nos están tomando por idiotas para alegría de los fabricantes de barbijos, desinfectantes, vacunas y anti-virales. Y así nos separan cada vez más, nos aíslan, fabrican un muro de temor que impide simples y naturales demostraciones de afecto.

Y esto debe provocar una inmensa satisfacción en quienes, finalmente, todavía parecen ser los dueños del planeta. Esos que parecen ser muy “vivos” pero que, en el fondo (en lo profundo) son todavía más idiotas que nosotros. Así como van las cosas ningún “poder” que tengan les va a servir para nada importante como por ejemplo, sobrevivir: ni siquiera para eso.

Desde el estricto punto de vista de la medicina, -que esencialmente es una actitud humana y una práctica cuyo objetivo no hay que olvidar: aliviar o curar-, no es poco doloroso contemplar azorado la disposición de colegas e instituciones para prestarse a este juego sucio con tanta docilidad, la misma que exhiben todos los días sin avergonzarse respecto de la industria y sus manejos. Tampoco es demasiado sorprendente porque a la medicina moderna no le interesa la prevención por las mismas razones por las que le es absolutamente indiferente la salud: el negocio -de patas tan cortas como las del chancho- es la enfermedad, consiste en mantenerte crónicamente enfermo, dependiente y consumiendo medicamentos.

Es lo que hay y está todo bien, claro.

 

Difícil que el chancho silbe

(El regalo mortal del ganado)

No deja de ser impresionante enterarse que la historia de muchas de las enfermedades infecciosas que afectan a la especie humana ¡está directamente relacionada con los animales que fueron domesticados!

Las metamorfosis-mutaciones virales producto de la industria actual, como en el caso de pollos y cerdos, no son sino la forma concentrada de una historia que ya lleva bastante tiempo. Al comenzar el proceso de domesticación de algunas especies animales, hace unos nueve mil años, también se incubó en ellas un cambio que derivó en su capacidad para traspasar al humano algunas enfermedades que adquirieron estatus epidémico debido a su facilidad de transmisión.

Por ejemplo: el sarampión, la tuberculosis, la viruela, la gripe, la tos ferina y la malaria se deben al ganado vacuno, cerdos, patos, perros y aves de corral según detalles que luego veremos.

De manera que no hay nada nuevo bajo el sol, es una historia antigua pero poco conocida aunque impactante por las consecuencias que tiene.

Es notable que ignoremos asuntos tan elementales como el origen de estas enfermedades, o nos parezca poco importante. O se nos ocurra que carecemos de historia salvo la que aparece luego de la escritura, una notable invención de los sumerios de la Mesopotamia, hace sólo cinco mil años.

El asunto es que, durante el proceso de domesticación de los llamados “cinco grandes mamíferos herbívoros” aparecieron todas las enfermedades mencionadas. Estos cinco, los más importantes para el desarrollo de la civilización humana que conocemos, son: la oveja, la cabra, la vaca, el cerdo y el caballo. ¿Por qué fue en Eurasia y no en América? Por una sencilla razón: luego de la última glaciación, hace 13000 años, no quedaron grandes mamíferos en América, salvo los antecesores de la llama y la alpaca.

Pero lo notable es que las hipótesis de biólogos, arqueólogos y paleontólogos apuntan a pensar que, en contacto íntimo y a veces hasta promiscuo con los humanos, varias de las especies domesticadas (que como habrán notado son las mismas que ahora) desarrollaron variantes de sus propias enfermedades que terminaron afectando al humano.

No era ni es ninguna novedad que varias enfermedades de los animales pueden trasmitirse al humano como la fiebre felina (gatos), la leptospirosis (perros), la psitacosis (gallinas y loros) o la brucelosis (vacas). Pero en estos casos, no hay epidemias masivas cuyo sello distintivo es el contagio interhumano.

Las pequeñas poblaciones humanas desarrollaron otras infecciones, que deben ser las enfermedades más antiguas de la humanidad y que, por lo general, quedan confinadas a esos grupos y son de localización selectiva, como la lepra y el pian.

Para que llegara la posibilidad de las masivas enfermedades epidémicas, eran necesarias otras condiciones: las que se crearon a partir de la agricultura y la aparición de pueblos y ciudades, con la consiguiente acumulación de poblaciones humanas numerosas y densas. Esta acumulación comenzó con el nacimiento de la agricultura hace unos diez mil años, y después se aceleró con el nacimiento de ciudades cada vez más grandes, en los últimos siglos. De hecho, las primeras fechas comprobadas de muchas enfermedades infecciosas conocidas son sorprendentemente recientes: 3600 años para la viruela (como se deduce de las picaduras de una momia egipcia), 2400 años para las paperas, 2200 años para la lepra y en 1840 para la poliomielitis epidémica.

Jared Diamond, en su apasionante libro “Armas, Gérmenes y Acero – Breve historia de la humanidad en los últimos 13000 años” nos cuenta el posible mecanismo y también nos regala una tabla que merecerá algún comentario y hasta el subtítulo de este capítulo, El regalo mortal del ganado:

“¿Por qué el nacimiento de la agricultura impulsó la evolución de nuestras enfermedades infecciosas masivas? Una razón a la que acabamos de referirnos es que la agricultura mantiene densidades de población humana mucho más altas que la forma de vida de los cazadores-recolectores: por término medio, entre diez y cien veces más alta. Además, los cazadores-recolectores cambian con frecuencia de campamento y dejan tras ellos sus montones de heces con microbios y larvas de gusanos acumulados. Pero los agricultores son sedentarios y viven en medio de sus propios sistemas de saneamiento, por lo que proporcionan a los microbios un camino corto del cuerpo de una persona al agua potable de otra. Los agricultores sedentarios acaban rodeados, no sólo de sus heces, sino de roedores que transmiten enfermedades, atraídos por los alimentos almacenados de los agricultores.

“Los principales elementos mortíferos para la humanidad en nuestra historia reciente –la viruela, la gripe, la tuberculosis, la malaria, la peste, el sarampión y el cólera- son enfermedades contagiosas que evolucionaron a partir de enfermedades de los animales, aún cuando la mayoría de los microbios responsables de nuestras enfermedades epidémicas estén ahora, paradójicamente, casi limitados a los seres humanos”.

Pues bien: éste fue el caldo de cultivo donde los agentes infecciosos de los animales domesticados transformaron a éstos en verdaderos laboratorios de mutación y preparación del asalto al humano. Fue así, como una especie de venganza por la domesticación, que los animales devinieron en verdaderos “creadores” de las epidemias modernas masivas, logrando que el hombre las desarrollara ya como enfermedades propias y sumamente contagiosas al interior de la misma especie. Por ejemplo: cuando terminó la primera guerra mundial, en 1918, una epidemia de gripe mató a 21 millones de personas. Y la “muerte negra” (peste bubónica) terminó con la vida de la cuarta parte de la población europea, entre 1346 y 1352.

La tabla siguiente, reproducida del libro de Diamond, ilustra claramente acerca de las correspondencias entre enfermedad humana y animal con el patógeno más relacionado:

Enfermedad humana

Animal relacionado

Sarampión

Ganado vacuno (tifus bovino)

Tuberculosis

Ganado vacuno

Viruela

Ganado vacuno y otros animales con virus relacionados

Gripe

Cerdos y Patos

Tos ferina

Cerdos y Perros

Malaria

Aves (¿gallinas y patos?)

Podríamos sacar algunas conclusiones:

bulletLas grandes ventajas obtenidas de la domesticación de animales (fuente de proteínas concentradas, abrigo, fuerza de trabajo y transporte) no fueron gratis: hubo que pagar un alto costo por ellas.
bulletLas condiciones que posibilitaron el desarrollo de estas enfermedades siguen, hoy, siendo las mismas: apiñamiento animal (“fábricas” de cerdos, pollos y vacas) y relación directa con el humano.
bulletLas condiciones de su expansión y propagación también son las mismas: apiñamiento humano y dificultad para eliminar y neutralizar las excretas.
bulletEl virus de la gripe humana ¡se originó en los cerdos!
bulletLas vacas no son tan tontas como parecen, o aprendieron a disimular para no provocar nuestra ira desenfrenada.

 

A cada chancho le llega su San Martín

(La venganza de Gaia)

Tampoco la “guerra bacteriológica” es un invento moderno, disculpen ustedes.

Funcionó a la perfección para facilitar los planes de Cortés y Pizarro, que tuvieron el camino allanado gracias a los “gérmenes euroasiáticos”: ellos se encargaron de liquidar a la mayoría de la población nativa de América antes que los “valientes conquistadores” hicieran su epopeya.

“Lo que dio a los españoles una ventaja decisiva –cuenta Diamond en su libro- fue la viruela, que llegó a México en 1520 por un esclavo infectado que provenía de la Cuba española. La epidemia resultante avanzó hasta matar a casi la mitad de los aztecas, incluido el emperador Cuitláhuac. Pizarro llevó una suerte igualmente funesta cuando desembarcó en la costa de Perú en 1531 con 168 hombres para conquistar el Imperio Inca, con millones de súbditos. Por suerte para Pizarro y por desgracia para los incas, la viruela había llegado a aquella tierra hacia 1526, matando a gran parte de la población inca, incluido el emperador Huayna Cápac y su sucesor designado.”

Y ahora resulta que los parientes y descendientes de esos conquistadores europeos y sus sucesores norteamericanos han terminado de apoderarse del planeta ¡para destruirlo!

No es una exageración: estamos a punto de lograrlo sin camino de retorno, tan idiotas resultamos. Hemos hecho grandes fogatas en el medio del living y nos asombran el humo, la asfixia y la extensión del incendio a todos los ambientes de la casa.

¡Estamos incendiando nuestra propia casa, nuestro hogar!

Nuestro hogar es el planeta Tierra (Gaia) y no podemos salir al bosque ni a las orillas del mar para protegernos de nuestra propia estupidez: así están las cosas.

Entonces uno se pregunta: ¿las catástrofes “naturales” (tsunami y otras), estas epidemias y otras posibles (provocadas por nuestro inescrupuloso manejo del medio-ambiente), no serán una especie de contraofensiva del planeta y de los seres vivos que deberíamos respetar tanto como a nosotros mismos? (Tampoco nos respetamos a nosotros, lamentablemente).

En realidad sucede que somos nosotros los verdaderos chanchos, los que hemos ensuciado y llenado al planeta con toda clase de inmundicias, transformándolo en un verdadero chiquero.

El químico atmosférico James Lovelock, brillante creador de la teoría Gaia, tiene derecho a opinar. La teoría Gaia sostiene el comportamiento auto-regulatorio del planeta, como “si fuera” un ser vivo, y al que describe como un complejo sistema en el que todos los componentes de la biosfera y la atmósfera interactúan para regular y sostener la vida.

En junio de este año, 2009, durante una entrevista periodística, actualizó sus opiniones respecto del cambio climático:

"Estamos como en la calma previa antes de la Segunda Guerra Mundial.  Espero que cuando se desate el primer gran desastre climático nos unamos como si estuvieran invadiendo nuestro país.

“A medida que se calienta el clima y aumenta la concentración de carbono en la atmósfera, el futuro se vuelve mucho más nefasto que las peores proyecciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Siguiendo la teoría de Gaia, en algún momento se producirá un cambio repentino hacia un nuevo clima que puede ser, en promedio, cinco o seis grados más cálido que el actual. No tengo idea de cuándo pueda ocurrir ese cambio, pero estimo que podríamos tener unos 20 años para prepararnos.
Las zonas tropicales y subtropicales serán demasiado calientes y secas para cultivar alimentos o mantener la vida humana. La gente se verá obligada a emigrar hacia los
polos, a lugares como Canadá. Para fines del siglo habrá menos de 1.000 millones de personas. Ojala no dejemos de ser civilizados, y aquellos que vivan en el Norte acojan a una cantidad inimaginable de refugiados climáticos.”

Es cierto que Lovelock, como buen habitante del hemisferio norte, no tiene demasiado en cuenta al Sur –que también existe-, pero eso no le quita dramatismo ni grandes probabilidades de certeza al ominoso diagnóstico.

De vuelta: ¿qué tendrá que ver todo esto con la gripe porcina?

Me parece que mucho.

Primero porque, aunque esta epidemia en particular no parezca ser tan grave en sí misma puede tener consecuencias imprevisibles y no ser una excepción. La posibilidad de que cualquier epidemia se transforme en horribles matanzas no depende sólo de su capacidad de infectar ni de su virulencia, sino también del estado inmunológico promedio de la población.

Y me parece que, así como están las cosas, nadie podría poner las manos en el fuego por la calidad-promedio de las defensas naturales de la humanidad. Véase, sino, lo que ha ocurrido con el sida, una clara consecuencia del bajo estado inmunológico de la población.

En segundo lugar puede verse que existe una relación implacable entre el deterioro del planeta y los manejos de casi toda la industria, incluida la que produce alimentos de cualquier manera con el único y excluyente motivo del lucro. En el caso de la gripe porcina esta relación es muy clara e ilustra acerca de las consecuencias de un manejo demasiado irresponsable, casi genocida.

También puede involucrarse a la medicina hegemónica, como socia en estos sucios negocios que podemos terminar pagando con la vida de millones de personas.

Y por último, pero no menos importante, está la utilización del conflicto a partir de “insospechados” y “bienintencionados” funcionarios de todo tipo y nivel: ¿quién sospecharía de alguien que te da “buenos consejos” para protegerte de una enfermedad epidémica? ¿Cómo distinguir, en una coyuntura como esta, la paja del trigo, la verdad de la mentira?

Es comprensible que cualquier epidemia pueda ocasionar miedo, temor de enfermar.

Pero no lo es que se utilice de una manera casi deliberada para pasar la delgada frontera que separa el miedo individual del pánico social, tal cual está ocurriendo con la gripe porcina.

(Y está bueno sostenerle el nombre original, gripe porcina, para que quede claro quiénes son los responsables).

Muchas veces se ha visto que encerrar a la gente en sus casas y dificultar el contacto entre las personas es buena manera de ejercer el control social.

Y me pregunto si no es, justamente, la inminencia de grandes calamidades ambientales la que está obligando (tal vez por reflejo inconciente) a aceitar al extremo los mecanismos de control por medio de ejercitaciones de este tipo, para reforzar “la inmunología del sometimiento”.

Nada más me lo pregunto, tal vez sorprendido por el comportamiento de las estructuras sanitarias globalizadas, OMS y otras: actúan con una histeria insoportable. Son quienes deberían tomar medidas razonables al mismo tiempo que tienen la obligación sanitaria de tranquilizar a la población, pero hacen todo lo posible para intranquilizar, atemorizar, aterrar.

¿Cuál es el propósito?

Tal vez estamos pagando culpas antiguas respecto de nuestro grosero antropocentrismo que, para colmo, sólo ha beneficiado a algunos hombres y no a todos.

Y entonces, ¿qué tendría de extraño una poderosa contraofensiva del planeta y su biosfera contra una especie tan dañina como la nuestra?

¿Por qué no crear una y mil enfermedades con tal de sacarse de encima a esta especie tan voraz e inescrupulosa?

Pero el colmo es que esta epidemia, al igual que el sobrecalentamiento, ¡es una verdadera creación humana!

Entonces el dicho podría adquirir toda su crudeza y constituirse en un acto de justicia: A cada chancho le llega su San Martín. Y hasta hay antecedentes: hace algún tiempo le sucedió a los dinosaurios.

 

Es inútil arrojar margaritas a los chanchos

(Medicinas diferentes para tratar a los enfermos de gripe)

Afortunadamente, hay formas de tratar la gripe en sus variadas presentaciones sin recurrir a los discutibles anti-virales o a vacunas que pueden tornarse obsoletas en tres meses.

Y dentro de las medicinas “diferentes” (a la hegemónica) hay buenas posibilidades, varias de ellas muy probadas por la experiencia terapéutica. Por ejemplo, la mía.

Está claro que, también, hay variadas cuestiones de higiene que pueden ayudar.

Y no se trata de disfrazarse con un barbijo o pasarse el día exorcizándose las manos con alcohol. Estos consejos típicos de la medicina mecanicista pasan por alto lo más importante: intentar tener el mejor estado general posible alimentándose decentemente y trabajando con el cuerpo, especialmente a través de la respiración.

Pero en el terreno puramente terapéutico, es importante saber que tanto la homeopatía como la oligoterapia pueden dar excelentes resultados. Hay variedad de medicamentos y compuestos homeopáticos muy eficaces, pero aquí voy a contarles algo acerca del uso de los oligoelementos debido a que los receto desde hace varios años para tratar los cuadros gripales (entre otras cosas) y no han logrado desilusionarme.

Claro que tienen un problema serio: son muy eficaces y muy baratos si a algún ministerio de salud de algún país se les ocurriera confeccionarlos para uso masivo. Y encima hay trabajos y estadística a favor.   

No pretendo aquí explicar demasiado extenso en qué consiste la oligoterapia. Pero sí decir que los oligoelementos son importantes catalizadores biológicos, indispensables para hacer funcionar el metabolismo de los seres vivos. Se los denominó así debido a que se encuentran en poca cantidad (oligo significa poco), lo cual no les quita la relevancia que tienen. Muchos de ellos son bien conocidos: manganeso, zinc, cobre, cobalto, hierro, selenio, oro, plata, níquel, flúor, yodo, aluminio, litio y bismuto. Y los primeros investigadores del tema, que se desarrolló en Francia, se agruparon en 1901 fundando la primera “Sociedad médica para el estudio de los oligoelementos”. Encontraron que diluidos en gluconatos (para ser eficazmente absorbidos por la mucosa sublingual) y en una concentración equivalente a su peso atómico resultaban excepcionalmente eficaces para variedad de dolencias. Investigaron, trataron infinidad de personas, escribieron y publicaron muchos trabajos.

¿Ustedes escucharon hablar del tema?

Me imagino que igual que quienes estudiamos medicina en la facultad.

O sea: nunca, la cuestión no existe.

Y, por favor, no me pregunten por qué extraña razón algo que funciona bien en medicina no se enseña o es desconocido.

¿Tal vez porque, si bien la mayoría de las publicaciones es posterior a 1950, nació en 1901?

¿Se trata de una cosa vieja, superada?

En absoluto: la única razón es que los popes de la medicina la desconocen (pero si alguien les pregunta probablemente dirán que no sirve sin siquiera haber escuchado de su existencia) y a las empresas farmacéuticas no les habrá parecido buen negocio.

Bueno, y para ir al grano, que esto se está extendiendo demasiado: el gluconato de cobre es notoriamente eficaz en cuadros infecciosos, especialmente si se lo asocia con ácido ascórbico (vitamina C). Y su efectividad es muy notoria en las virosis como la gripe, para las cuales no hay demostrado ningún tratamiento eficaz en la medicina convencional.

Y para terminar voy a transcribir un pasaje del libro “Utilización terapéutica de los Oligoelementos” del doctor Picard donde se refiere una investigación sobre la gripe, cuyos resultados concuerdan por completo con los míos.

Y considérese, también, un homenaje a quienes los investigaron con pasión y eficacia: el mismo Picard y los doctores Bertrand y Menetrier.

“1970.- Utilizamos el Cobre en el tratamiento de enfermedades infecciosas y en particular la gripe, desde hace más de quince años. Hemos constatado muy regularmente que su empleo (de una a tres ampollas orales de Cobre Oligosol al día) desde la aparición de los primeros síntomas, detiene la evolución en más del 90% de los casos y esto entre las 24 y las 48 horas.

“Después, el paciente no experimenta la clásica astenia posgripal.

“Buscando el establecimiento de una estadística sobre datos precisos, hemos pedido a la responsable de un convento de religiosas enclaustradas que aplicara sistemáticamente este tratamiento desde los primeros síntomas gripales a toda religiosa que los presentara, con excepción de algunas, curadas de forma clásica.

“En abril de 1970, volviendo a visitar a nuestros pacientes de esa comunidad, fuimos calurosamente gratificados. A pesar de la severa epidemia que sacudió durante el invierno, el número de personas encamadas por gripe fue restringido y las duraciones de indisponibilidad muy cortas. Estas son las cifras que se nos han comunicado:

“Comunidad de 102 mujeres comprendidas entre los 20 y los 95 años. Sesenta personas aquejadas de síntomas gripales, 50 tratadas con Cobre Oligosol a razón de dos ampollas orales al día durante dos días, y una durante los tres días siguientes.

Resultados:

“De 50 enfermas tratadas, 49 estuvieron de pie entre las 24 y las 48 horas, una sola tuvo que guardar cama durante más de cinco días y quizá porque había revelado tardíamente sus malestares. Las 49 restantes constataron todas la ausencia de astenia posgripal. Las 10 testigos no tratadas con Cobre, tuvieron que guardar cama durante más de cinco días y constataron después una astenia importante. Algunas tuvieron complicaciones.

“Un amplio estudio de la aplicación del Cobre catalítico al conjunto de las enfermedades víricas y microbianas nos parece enormemente interesante. Nuestra experiencia personal ya antigua, lo mismo que la de nuestros colaboradores, nos incita a pensar que poseemos con las simples ampollas de Gluconato de Cobre el medio más seguro, más eficaz y menos peligroso de devolver al organismo sus capacidades de defensa ante el agresor infeccioso viral.”

En eso tendría que consistir la medicina: eficacia, ausencia de complicaciones, inexistencia de peligrosos efectos secundarios de las medicaciones indicadas y bajo costo.

Y disculpen pero ya me voy, porque estoy apurao como rengo en tiroteo.

Es que no doy abasto, con esto de andar organizando infinidad de “fiestas de gripe porcina”…

Buenos Aires – Argentina

Julio del 2009

 

Referencias

La gripe porcina y el monstruoso poder de la gran industria pecuaria

(http://www.escritoresyperiodistas.com/NUMERO42/mike.htm)    

Mike Davis - 28/04/09  

Los culpables de la gripe porcina   

Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique (03-06-2009)

(http://www.eldiplo.com.pe/content/los-culpables-de-la-gripe-porcina)

Epidemia de lucro
Silvia Ribeiro*
(http://www.jornada.unam.mx/2009/04/28/index.php?section=opinion&article=020a1pol)

El virus de la gripe, “Paraliza el Sistema Inmunológico”

May 6, 2009 – 5:06

(http://demedicina.com/el-virus-de-la-gripe-paraliza-el-sistema-inmunolgico/)

La influenza H1N1 (gripe porcina) y usted (CDC-USA)

8 de mayo, 2009 12:00 a.m. hora del Este

(http://www.cdc.gov/h1n1flu/espanol/influenza-porcina-y-usted.htm

Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades   1600 Clifton Rd. Atlanta, GA 30333, USA

 

Diagnóstico precoz para combatir la gripe porcina (Suiza)

http://www.swissinfo.ch/spa/portada.html?siteSect=105&ty=st&ref=fb&sid=10639997

Gripe por A (H1N1): preguntas frecuentes (OMS)

http://www.who.int/csr/disease/swineflu/faq/es/index.html

Algunas consideraciones sobre la epidemia de “gripe porcina”
Dr. Norberto Sanjuan

(http://www2.aoa.org.ar/Content.aspx?Id=9176

Reportaje a James Lovelock, junio 17 del 2009

Esta Noticia ha sido enviada a Ud desde http://www.tierramerica.info, "Ojalá seamos civilizados cuando llegue el desastre climático"

Por Stephen Leahy

La venganza de la Tierra

(La teoría de Gaia y el futuro de la Humanidad)

James Lovelock

Buenos Aires: Editorial Planeta 2007

Armas, gérmenes y acero

(Breve historia de la humanidad en los últimos 13000 años)
Jared Diamond

Barcelona: Editorial DeBolsillo 2006,2008

Utilización terapéutica de los Oligoelementos

H. Picard

Málaga: Editorial Sirio, 1985

 

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